Parte sin título 31

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Las calles de Australia eran barridas sensualmente por una ligera capa de nieve, pero nada se comparaba con las muy llenas de Alaska, ahí absolutamente todo era nieve, a donde quiera que miraras. Aún que los cafés que se vendían en the kobuk cafe eran demasiado exquisito.

Las personas los miraban y soltaban risas discretas, unos volteando a otro lado pero los más osados se atrevían a reír en sus caras. Alain maldijo entre dientes, quizá se veían ridículos con tantos harapos sobre ellos, pero todo el viaje había sido un caos sobre las bajas temperaturas que se mantenían por los cielos. Sus cuerpos aún se mantenían ligeramente congelados, incluso; menos mal que el pequeño Gian se mantenía en una fortaleza de cobijas calientitas que lo mantenían alejado de las mentes curiosas.

—Tranquilo mi amor, ya llegamos, quieres ver a la abuela— Chae le sonrió, amaba ver esa parte materna y cariñosa que Aixa mantenía con su hijo.

—¿No piensas contestar?— pregunto Alain irritado, el celular de Aixa no había dejado de sonar desde que lo encendió una vez bajaron del avión, y eso apenas fue hace unos segundos.

—No conozco el número, pero está bien— se llevó el celular a la oreja. —¿Bueno?— respondió recibiendo los sollozos de una chica y las maldiciones de un hombre.

—¡Oh, bendito sea dios que contestas Aixa¡— frunció el ceño, no conociendo la voz irritada. Seguro era por el llanto de la persona al otro lado de la línea.

—Aixa el coche está esperando por nosotros— informo Chae en italiano, a lo que Aixa asintió respondiendo de igual forma —ahora voy, si Chae.

—Disculpa... pero ¿quién eres?

Un suspiro se escuchó del otro lado, mucho movimiento y más sollozos.

—So-soy... Na-Naila...

—¡Naila!

—Sii, sii soy yo... Aixa necesitamos tu ayuda...— más silencio que preocupo a Aixa, se llevó una mano al pecho presintiendo que algo malo sucedía, solo esperaba que no fuesen los niños o Blake; no lo soportaría suficiente tenía con su bebe con quien aún seguían buscando una cura para su sordera.

—Di-Dime que sucede, me estas asustando.

—Es Abei.

Silencio de ambas partes.

—¿Dónde estás?

—Hospital central.

—Voy llegando a Australia, no tardó en estar ahí de acuerdo... solo tranquilízate Naila, te quiero.

Cuando Aixa entro llorando al coche exigiéndole al chofer que los llevara urgentemente al hospital céntrico, Alain y Chae supieron que algo no andaba bien, pero fue Alain quien pregunto qué estaba pasando, un par de palabas bastaron para que comprendieran todo —es Abei, está en el hospital— Alain abrazo a su hermana por el costado, mientras Chae le acariciaba el brazo enviando confort. Para nadie era un secreto cuanto apreciaba Aixa a los hijos de Blake y el saber que uno de ellos estaba en el hospital era un golpe fuerte para ella.

El hospital no quedaba muy lejos del aeropuerto y por ello habían llegado rápido, Aixa se bajó corriendo, encargando a su bebe a su hermano y amigo... corrió por los pasillos sintiendo el calor de la calefacción causando estragos en su abrigado cuerpo, se retiró la bufanda y el gorro, al igual que la gabardina que vestía aquella donde Gian había estado protegido del frío.

Llego a recepción y pregunto con voz alterada y cargada de angustia (a la señora quien le dedicaba una mirada hastiada y aburrida como si aquel trabajo no fuera lo que ella esperaba) sobre su pequeña dulzura.

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