capitulo 3

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La señora Molly estaba encantada con sus nietos, pero a la vez se sentía molesta, no con ella misma ni con su hijo ni nadie que fuera de su familia... si no con los padres de su difunta nuera, quienes la habían abandonado a su suerte cuando se enteraron que estaba esperando a Shun; ellos no provenían de una familia adinerada ni mucho menos de una buena posición económica. Pero siempre habían sabido salir adelante a pesar de las adversidades.

Molly aun recordaba aquel día de enero cuando Romina llego echa un mar de lágrimas, con las mejillas de un rojo vivo y el maquillaje corrido, se habían alegrado con la noticia al igual que su esposo e hijo y los demás integrantes de la familia sobre el embarazo.

No se habían equivocado cuando dijeron que Shun era una bendición porque hasta ahora lo seguía siendo al igual que Abei. Entonces... ella no comprendía porque sus padres no la buscaron después de tanto tiempo.

En el funeral los padres de Romina estuvieron presentes, saludaron a sus nietos de manera cariñosa pero esa fue la última vez que los niños volvieron a ver a sus abuelos maternos ya que de nuevo se deslindaron de cualquier lazo que los uniera a esos angelitos

Nadie comprendía por que no querían a sus nietos. Aunque Blake se hacía una idea.

Sus suegros querían casar o mejor dicho vender a su hija a un ruso multimillonario dueño de una cadena de restaurantes en el país de México, EUA y en diversos lugares del mundo. Y Blake al embarazar a su hija se convirtió en el odiado número uno de la familia Kast, lo repudiaban por haber arruinado sus planes para con su hija.

—¿Sucede algo madre?

—Nada cariño. Solo estoy algo cansada— se levantó del mullido sillón, acariciando los cabellos de Abei y beso la cabeza de Shun.

—¡Madre!— la llamo Naila entrando en la sala, la señora Molly se giró mirando a su hija pequeña —mañana vendrá una amiga.

—¿Una amiga?— esta vez fue el turno de su padre Hiu para hablar. Dejo el diario de las noticias sobre la mesa de centro y dio total atención a su pequeña —o tu novio.

—Papaaa— refuto la chica frunciendo los labios en dirección de su madre. Molly se encogió de hombros sonriendo a su hija. —es una amiga a la que estimo mucho.

—Y quien es cariño.

—Su nombre es Aixa, somos las mejores amigas desde hace un tiempo.

—¿Por qué jamás escuchamos de ella?— Naila guardo silencio, jugando con un mechón de su rosa cabello. Después tendremos una charla, señorita— reprocho la madre volviendo a sus cosas. —Tendremos que ir a comprar algunas cosas para darle una bienvenida rica.

—No es necesario mama. Ella es... diferente a las demás chicas que eh traído a casa.

—Creí que esas demás chicas también eran tus amigas Naila.

—Lo eran. Pero ya no más.

—No te cuestionare más hija... si me disculpan me iré a descansar, hoy fue un día agotador. En el refri está la cena, ¿la puedes calentar, Naila cariño?

—Claro madre.

La señora Molly subió arrastrando los pies, su rostro reflejaba el cansancio además de los años de vida que tenía tan pronunciados, a pesar de solo tener 47 años, aparentaba más edad.

Ella al igual que Romina había sido madre joven, y jamás se arrepentiría de ello, sus padres la habían apoyado al igual que su amado esposo, sus hijos ya grandes eran su mayor orgullo, como tenía que ser. Ya en la cama se dejó caer retirando sus huaraches y arropándose con una delgada sabana de flores.

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