Capitulo 11

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—¡Papi, tengo sueño!— la pequeña había entrado a la sala, tallándose sus ojitos y dando largos bostezos, en su mano izquierda sostenía un Stich de tamaño mediano. Se miraba tan adorable con sus coletas desechas y sus ojitos rojizos del sueño.

Blake dejo su quinta copa de vino a medio tomar en la mesita y dirigió su atención a su hija.

—¿Y tú hermano?

—Está jugando en la consola.

—Creo es hora de irnos...— Blake se puso de pie tomo su saco y camino hasta donde su niña.

—De-Deberían quedarse— sugirió Aixa. Se puso de pie al lado de Blake y su niña, acaricio las mejillas de la pequeña quien se recargaba en la mano que la acariciaba, tenía sus ojitos cerrados y entre sueño balbuceo un —si papiii. ¡Por favor!— Blake lo pensó, no deberían de abusar de la amabilidad de la joven mujer, pero también no se sentía capaz de manejar, su cabeza daba vueltas y el cuerpo lo tenía demasiado caliente. —afuera está lloviendo muy fuerte, y ya es muy tarde para que andes con los niños en el estado en que te encuentras— más suplicas de su pequeña y acepto, excusándose que mañana se irían temprano. Pero a Aixa no le importaba el tenerlos en su casa; es más se sentía segura y a gusto con la compañía de ellos... por una noche aquel inmenso condominio no se sentiría tan vacío y solitario —Ven sígueme.

Blake camino detrás de Aixa, subiendo las escaleras al segundo piso, para un hombre es difícil no ver los atributos de una mujer y con este hombre no era la excepción... sus ojos se paseaban por la espalda y piernas de la chica manteniéndose por más tiempo en las largas y torneadas piernas para continuar subiendo a su voluptuoso trasero. Se relamió los labios, perdiéndose en un mar de pensamientos impuros e imposibles de realizar a su parecer.

—¡Eh, Blake! ¿Me estas escuchando?— Blake meneo la cabeza tratando de alejar los malos pensamientos. Pero ¡por dios era hombre! Estaba en todo su derecho de tener aquellas sensaciones.

—Lo siento, me decías.

—Te decía que aquí pueden dormir los niños hay dos camas individuales, y...

—Esta perfecta— Aixa sonrió y negó, «hombres» murmuro cuando Blake entro al cuarto y dejo a la pequeña en la cama más próxima a la puerta aunque ambas estaban situadas en el fondo del cuarto de frente a la puerta.

Al salir del cuarto caminaron por el mismo pasillo, y pararon justo en la puerta de enfrente.

—Aquí puedes dormir— Blake quedo boquiabierto cuando Aixa abrió la puerta para él, el cuarto era el doble de grande que su recamara matrimonial, los muebles era de color obscuro, y las cortinas combinaban con todo ahí, siendo de un beige perlado, la cama se miraba muy cómoda y sin pensarlo se acostó en ella, cerró los ojos jurando que no se dormiría, pero le fue imposible si aquella voz lo atraía al mundo de los sueños. Soltó un suspiró agradeciendo entre cada uno a la amable anfitriona.

Aixa sonrió, tal vez sería muy atrevida pero se acercó al hombre acostado en la habitación de huéspedes, lo miro detalladamente, observando lo masculino, varonil y férreo que se miraba, sonrió volviendo a pensar en el hombre que quería cuando se casara... quería un hombre como Blake en su vida. Le retiro los zapatos y lo arropo.

Saliendo del cuarto caminó hasta su habitación se colocó una pijama de short y blusa de manga corta con diseño de panda, se bajó la capucha con orejas redondas y salió del cuarto bajando las escaleras, doblo a la derecha y entro al área de juegos, la pantalla de 64 pulgadas brillaba en un juego de batalla naval donde tenías que rescatar a los civiles olvidados que eran atacados por alienígenas, una genuina sonrisa se dibujó en los labios de Aixa al ver el ceño fruncido y la nariz arrugada tiernamente de Shun.

—¿Problemas con el juego?— Aixa se sentó en el suelo sobre un almohadón al lado del pequeño peli negro. Shun hizo un nuevo mohín, enterneciendo a la joven chica quien sonreía tomando el otro mando de la consola.

—No puedo pasar este nivel... y no quiero darme por vencido... papá dice que un vencedor jamás se rinde.

—Bien, pero también debes saber, que es de vencedores pedir ayuda cuando te sientes atrapado. ¿Quieres que te ayudé?— Shun asintió con entusiasmo, dando saltos sobre sus rodillas apoyadas en el suelo.

Ambos jugaron por lo largo de media hora, hasta que Aixa sugirió se fueran a dormir, fueron primero a la sala donde Shun tomo un vaso de leche y Aixa uno con agua fría pues ya sentía la resaca golpeando su cabeza.

—Aixa... no puedo dormir con esta ropa— se quejó el pequeño. Siempre se le ha hecho incomodo dormir con ropa normal y no con su pijama del hombre araña, Shun entendía que no estaban en su casa, pero no podía dejar de molestarse y quejarse por tener que dormir con su incomoda ropa.

—Tengo una pijama que era de un primito, ¿quieres usarla?— Shun asintió, tomo la mano de Aixa caminando hacia la habitación de esta.

—Eres como una princesa.

—¿Por qué lo dices?

—Tienes una casa muuy grande— abrió sus brazos simulando que tan grande, lo que provocó una aguda carcajada en la mayor —y tu carro es muy bonito también.

Entrando al cuarto de Aixa, Shun corrió y se sentó en la cama de la chica, observando con sus grandes ojos azules todo a su alrededor, cortinas blancas y muebles del mismo color, los niños son curiosos y por ello Shun corrió al mural de fotos que tenía Aixa en su pared frontal.

Sonrió cuando giro y vio al pequeño entretenido viendo las fotos y pasando sus aniñados deditos por las fotos ahí.

Sonreía de vez en cuando, las personas que estaban en las fotos eran extraños para el pero hacían caras muy graciosas.

—Aquí esta... puedes utilizar mi baño para que te vistas.

—Está bien— Shun entro al baño, tardando menos de cinco segundos. El pequeño sonreía y suspiraba mientras se preguntaba si así era como se sentía tener una madre... por qué él se imaginaba a su madre como Aixa, joven, hermosa, cariñosa, comprensible y sobre todo amorosa que siempre le regalaba una cálida sonrisa cuando lo necesitaba.

Shun extrañaba a su madre demasiado y siempre entristecía cuando miraba a sus demás compañeros del kínder ser recogidos por sus mamás mientras él tenía que ser llevado a casa por su abuela, tía o padre... no le molestaría vivir en esa gran casa con cuarto de juegos y llamar mamá a su nueva amiga Aixa, él la quería y mucho, era una chica impresionante, y él no quería separarse de ella; tal vez era porque ella les hacía regalos... aquellos que tanto le había pedido a su padre, pero el comprendida que su padre muchas veces no tenía para cumplir sus caprichos de niño pequeño.

—Te queda bien— mencionó Aixa al verlo salir del cuarto, con la cabeza gacha y las mejillas rojas.

Sus ojos cristalizados y los sentimientos a flor de piel por estar sintiendo por unos momentos la calidez de tener una madre —¿sucede algo principito?—

Shun le dio una sincera sonrisa de labios al escuchar aquel apodo. Negó y camino hasta Aixa abrazándola por la cintura.

La chica acaricio sus negras hebras y deposito un beso sobre estas.

—Solo me agradas mucho.

—Tú también me agradas mucho... pero ya es hora de ir a la cama ¿de acuerdo?— Shun asintió, entrelazo la mano con la de ella y caminaron de regreso al cuarto. Abei se encontraba dormida plácidamente con la cobija arremolinada en sus pies.

Beso la frente del pequeño para después arroparlo, la lluvia aun golpeaba los cristales de las ventanas y los relámpagos repentinos alumbraban la habitación, se giró dónde Abei y repitió la misma acción obteniendo un resultado repentino y diferente.

—Gracias mami, te quiero mucho... Aixa— murmuro la pequeña entre sueños. Shun sonrió y se encogió de hombros sonriendo también.

—Buenas noches pequeños.

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