capítulo 37

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Cuando la casa apareció en su campo de visión, los niños ya estaba dormidos, Abei sobre las piernas de su padre y shun con la cabeza en las piernas de Aixa quien le acariciaba el cabello y mandaba mensajes a su madre con la mano libre.

La calle estaba desolada aunque casi siempre estaba de aquel modo, ya que la mayoría de las personas en Kensington eran personas pacificas que solían trabajar de sol a sombra.

—Bueno aquí es— soltó Joseph abriendo la puerta de su lado cuando el chofer aparco el carro en la entrada. Se aproximó a abrir la puerta corrediza para que bajara el resto.

—¿Cariño, estas despierto?— removió a Shun. Adormilado el niño asintió —ok. Puedes bajar por ti solo.

—Shun, no seas flojo y camina— soltó Naila desde afuera del carro. Tenía las manos en la cintura y sus ojos fijos en el hermano de su mejor amiga, quien parecía haber pasado de una agradable conversación a discutir con el remitente de su llamada.

Aixa bajo con shun tomado de la mano.

—Te juro que no es lo que parece— musito Alain, tomo un par de maletas de la cajuela al igual que los demás hombres y camino hasta la entrada. El chofer cerró las puertas del coche y lo llevo dentro junto a los demás deportivos.

Las puertas fueron abiertas por una adorable señora de mejillas regordetas como su cuerpo rechoncho, llevaba un moño por debajo de la nuca y una amplia sonrisa en su rostro, estiro su mano dándoles el pase e invitándolos a pasar al comedor donde ya se encontraba servido un rico manjar.

—Nana Cali— Aixa se abrazó a la señora con mucho cariño, la había visto esa mañana cuando fue a darse una ducha pero verla de nuevo era como si fuera la primera vez después de tantos años.

—Pequeña Shei— saludo la señora correspondiendo al abrazo.

Todos entraron dejando las maletas en la entrada de la casa, estas serían llevadas por los empleados de la casa a las habitaciones correspondientes, de lo cual ya se había encargado la señora Tessa minutos antes cuando hablo con el ama de llaves para darles las siguientes órdenes del día.

Alain aún continuaba con el ceño fruncido y el celular pegado al oído, se detuvo al ver a su hermana, señalo el celular en su oreja y puchereo, Aixa se encogió de hombros. Alain le pelo los ojos pidiéndole una ayuda silenciosa, su hermana se burló de, el pero igual manera camino los pocos pasos que los separaban y murmuro al celular —deberías escucharlo, no sabes cuánto está sufriendo en estos momentos...— Aixa escucho a la chica preguntar sobre quien era, Alain le respondió que su hermana. Aixa beso la mejilla de su hermano y lo dejo terminar de hablar con la chica misteriosa.

En el comedor ya se encontraban todos, Aix tomo asiento al lado de Blake y Naila, su padre le sonrió alzando los pulgares al aire en aprobación. Por respeto no rodo los ojos pero si formo una mueca.

La comida había sido una delicia para sus hambrientos estómagos, al terminar Aixa corrió a su cuarto para hablarle a su madre, Gian había vuelto a despertar, tomo su fórmula junto al medicamento y se había vuelto a dormir.

Aixa suspiro dejándose caer en la cama, se ducho rápido y bajo a la planta baja donde aún permanecían algunos charlando.

Aixa observo a su padre quien tenía tomado del hombro a Blake dándole la "charla" para una relación estable con su princesita.

—Es muy sensible, y le gusta mucho que la mimen al igual que a Gian— dijo Joseph con una sonrisa al recordar a su hija cuando era pequeña —sabes Aixa y Tara son tan diferentes. Tara es como su madre, siempre cuidándose amando el modelaje y la perfección, en cambio mi pequeña es tan sencilla...

—Más como usted— propuso Blake.

—Muchacho, tu sí que sabes. Aixa es como yo, aunque también huyo como yo— sonrió. —cuando conocí a Tessa, éramos muy jóvenes, yo recién indicaba mi empresa, y la carrera como modelo de Tessa estaba en su mejor momento, salimos como por siete meses, cuando se dio cuenta que estaba embarazada, entonces yo hui como un cobarde, y cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo regrese pero no la encontré por ningún lado... me costó mucho volver a conquistarla, pero al final lo logre.

—Porque...

—Porque te digo todo esto preguntas— Blake asintió —Pues veras, Aixa te ama lo sé. Y sé que tú lo sabes igual. Solo tenle paciencia, y si quieres un consejo... el sexo lo soluciona todo— musito cerca del oído del hombre dando palmadas en la espalda de este. Se güiro, apenas dejando a la sonrojada Aixa ocultarse detrás de la pared. La había visto claro que lo había hecho, después de todo el espejo a su costado la mostraba claramente, espiando a los hombres.

—Te sientes bien.

—¡Santo dios!— exclamo Aixa dejándose caer por la pared con la mano en el pecho por el susto repentino que le habia dado Blake. Lo miro entre el matorral de cabello que cubria su cara por la caída. Le sonrio apenada tomando la mano que este estiraba para ayudarla a ponerse de pie. —gra-gracias— paso saliva mirando el suelo; dedos delicados le alzaron la cara posando sus ojos en los de Blake.

—Tienes temperatura— pregunto con una sonrisa ladeada adornando sus preciosos labios. Aixa negó. Cerro los ojos al sentir la mano de este en su frente y después en sus mejillas —¿Qué haces conmigo Aixa?— se acercó besándole los labios a la chica quien no duro mucho en corresponder.

Estaban ensimismados en su asunto de intercambiar fluidos, metiendo mano aquí y haya sin advertir los pasos que se aproximaban de afuera.

Blake metió sus manos por debajo de los muslos de la chica alzándola y dejándola sobre la superficie de la mesa marmoleada.

Con manos temblorosas Aixa le desabrocho el pantalón a Blake dejando libre su erección que era presionada contra la humedad en las bragas de la chica, los besos pasaron al cuello aquella parte erógena y sensible que tenía Aixa, y Blake había memorizado a la perfección aquella vez que estuvieron juntos.

—No pares— se quejó la chica al sentir que Blake dejaba de hacer presión con su erección en la feminidad cubierta de la chica. —¡Oh dios Blake!— suspiro al sentir un dedo ondear en sus partes, uno que movía con lentitud la braga para posicionar su pene donde su dedo había estado.

Introdujo la cabeza meneando las caderas, arrancando suspiros y gemidos de ambas partes. —te extrañe tanto...

—Y yo a ti— comenzó a moverse, apretando y estrujando las piernas y los glúteos de la chica sobre la mesa.

Unas pulgadas más y estaba tan profundo moviéndose de manera frenética.

Las pisadas pararon al escuchar los gemidos provenir desde la cocina, Alain se asomó y se sorprendió al ver a su hermana y Blake en aquella posición tan comprometedora.

Carraspeo. Blake salió de la chica tan rápido que ambos resultaron lastimados, Aixa bajo de la mesa bajando su bata verde olivo, tenía el cabello revuelto, las mejillas coloradas, y un líquido viscoso corría por entre sus piernas ¿Blake no se había corrido, verdad? Por otro lado Blake se quejó por haberse agarrado con el cierre parte de su pene al intentar subir lo más rápido posible la cremallera del pantalón.

—No era mi intención interrumpir— alzo las manos pareciendo inocente. —Pero no quiero más sobrinos— metió su mano izquierda a la bolsa del pantalón sacando algo de esta. Aixa se sonrojo al igual que Blake quien observaba con ojos muy abiertos al hermano de Aixa quien le extendía un paquete morado con plateado, un condón —tiene sabor a uva— dijo con burla— sus cejas bailando. Se giró emprendiendo su marcha hacia las escaleras —¡Ah! Y por cierto, ¿no sería más conveniente que tengas sexo en la privacidad de una habitación.

Alain troto lo que resto de camino, estiro su mano y abrió la puerta de su cuarto.

Aixa y Blake se sonriendo sus mejillas rojas a punto de explotar.

—Deberíamos subir— propuso Aixa besando los labios del hombre.

—Deberíamos...

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