Capítulo 16

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El aroma de la pequeña mansión era añejado y sumamente aromático si te gusta esa clase de olores, humedad y madera vieja, Joseph inhalo profundo llenando sus pulmones de aquel maravilloso aroma, opinando que era el mejor olor y que extrañaba su vieja casa esa en la que había vivido gran parte de su vida mucho antes de que su familia se cambiara a la gran ciudad cerca de la empresa que en aquel entonces su padre manejaba junto a su abuelo.

Los muebles se hallaban tapados con sábanas blancas que con el tiempo fueron perdiendo su color, hace más de año y medio que la casa no era habitada, partículas de polvo se levantaron cuando Alain se dejó caer en el sillón más grande de la sala, la madera crujió lastimosamente, eran rústicos de madera roja y vaqueta en las posaderas y el espaldar —«hace falta hacer un cambio aquí»— menciono el señor, haciendo señas a su asistente para que llamara a un decorador de interiores y renovará la casa en general para la fiesta de su esposa.

Las habitaciones fueron otorgadas por la mayor de los hermanos aunque no hubo mucho que asignar ya que solo la familia se quedaría en la casa grande los demás invitados tomarían una de las cabañas de la propiedad las cuales serían dadas conforme fueran llegando por la asistente de Joseph.

Tara y su prometido Beng tomaron la habitación del fondo, Alain la continua y Aixa la que estaba justo al frente, aun no entraba en ella, pues observaba el pequeño letrero que se hallaba pegado en la puerta de cuando tenía no más de 14 años —Haut o Mort— sonrió porque siempre escribía ese tipo de mensajes... abrió su cuarto encontrándolo tal cual lo dejo la última vez que estuvo ahí; y de eso hace bastante tiempo. Su libro de "el secreto de la vida" yacía tirado a un lado de la alfombra, cuantas veces lo había buscado esa vez que lo perdió, incluso hizo a su madre comprarle uno nuevo.

La madera crujía bajo sus pies ligeros, junto el libro ojeando y observando los distintos colores que había adquirido ahora su viejo libro, quito el separador de páginas legendario, una linda pluma de Fénix que había adquirido en una visita al universo de Harry Potter en Orlando Florida; la guardo dentro de un nuevo libro que saco de la maleta que ya estaba sobre su cama.

Los toques en su puerta la hicieron girarse solo para encontrar a una de las mujeres de la limpieza que traía consigo una aspiradora y distintos utensilios.

—Señorita— Aixa se giró ante el llamado, su mano puesta en la perilla de la puerta del baño —le recomiendo que no entre, hasta que lo limpié, en la habitación de su hermana encontramos un ratón muerto en el excusado— informo con voz tranquila y con una risita al final, recordando los grititos que pegaba Tara.

Aixa asintió, tomo su bolso y salió de su cuarto lo mejor sería salir de casa; ya que esta se había vuelto todo un caos con la limpieza y el remplazo de muebles viejos... —tal vez ya han contactado al diseñador— se dijo Aixa bajando los últimos escalones. Saludo a su padre y entro a la cocina por un vaso de agua, no abrió las alacenas para buscar comida pues sabia de ante mano que estas se encontraban vacías y que las que se encargaban de llenarlas ya estaban en ello.

—Estas lista enana— pregunto Alain entrando a la cocina. Se sirvió un vaso de agua y la bebió hasta un poco más de la mitad.

—Sí, vamos— sacudió las llaves del viejo bíper azul que en la juventud de su padre había usado.

—El viejo bíper— hizo una mueca cuando entraron al garaje. Aixa quito el forro del viejo carro de su padre dejándolo caer al suelo —¿porque no mejor tomamos el Pagani, Aixa?

—Estas fueron las únicas llaves que encontré... tú crees que no busque las demás, en el cajón de las llaves solo estaban estas...— levanto su mano moviendo las llaves haciéndolas sonar —y las de la camioneta donde transportan el heno y sabe lo que pienso de los animales... ¡OOh por cierto! démonos prisa que quiero visitar a Shine.

—Está bien, ya que, vámonos— Aixa lanzo las llaves a su hermano antes de subirse en sus respectivos asientos.

La estética a la que fueron no era una de las más baratas estaba posicionada en la zona de "ricos" Era muy reconocida y los precios muy razonables a pesar de ser una de alta categoría, Aixa había sugerido la peluquería del pueblo; una pequeña de aspecto retro donde se había hecho su ultimo corte, pero de eso ya hace mucho y ahora su cabello estaba un poco maltratado; pero Alain se negó diciendo que la estética Marshall era la mejor y le gustaba como cortaban el cabello.

Empujaron la puerta recibiendo el —buenas tardes— por parte de las empleadas que se agrupaban a un lado de la puerta.

—¿Tienen cita?— pregunto una alta rubia de cabello recogido.

—No, acabamos de llegar a la ciudad, no sabíamos que teníamos que poner cita— respondió inocente la chica, Alain no perdió tiempo para coquetear y gracias a eso les cedieron dos turnos; después de todo cuatro de ellas estaban desocupadas. Dentro del local justo atrás de una pared de yeso adornada con fotos de distintos Cortés de pelos y decoración de uñas acrílicas estaban dos chicas más realizando lavado de cabello a una regordeta mujer y la otra le hacia la barba a un hombre joven; abogado quizá, a juzgar por la vestimenta que llevaba.

—Retomaras tus clases de equitación...— cuestiono Alain. Se llevó la copa de vino a los labios sin dejar de ver a su hermana. —Papá dijo que te quedarías acá hasta el fin de año, ¿estas teniendo problemas otra vez?— la chica miro a su hermano con ojos grandes, hiso una seña con su cabeza para que guardara silencio.

—Solo me ha vuelto la ansiedad, y realmente no quiero retomar los malos hábitos— exclamo con dolor y frustración.

—¿Papá lo sabe?— Aixa negó.

Tenía miedo de volver a caer en la redes de la mala vida, aquellas que había dejado cuando regreso con su familia, —las drogas son malas— se repetía una y mil veces, pero la ansiedad no pasaba y era por ello que siempre se compraba dulces y chocolates.

—Entonces, si te quedaras— las trabajadoras veían a los chicos, a uno y al otro para después mirarse entre ellas, Aixa asintió. Cerro los ojos sintiendo el sueño llegarle a las pestañas, la chica que le estaba lavando el cabello daba ligeros masajes en su cuero cabelludo, comenzarían a sacarle el tinte gris de su cabello.

—¿Tiene algún color en mente para su cabello, señorita?— abrió los ojos sacando su celular de abajo de la capa, mostrando el color chocolate oscuro y un corte sencillo recto y degrafilado —bien, es una buena elección— menciono la chica secando ahora el cabello de Aixa.

Alain platicaba animadamente con la chica que lo atendía y esta soltaba risas tontas y nerviosas, mientras terminaba de hacerle el cabello rebajando de los lados y encrespando la parte más larga que era la de arriba, utilizaba una secadora y un peine especial para hacer el efecto que su cliente deseaba.

Al luego de una hora y media Alain y su hermana salían de la estética luciendo radiantes y renovados, ambos sintiéndose cómodos con sus nuevos cortes de pelo.

—Mamá no te reconocerá Aixa— la chica soltó una carcajada, metió una pequeña mecha que se atravesaba en su cara detrás de la oreja.

—De eso se trata cuando haces un cambio de look, ¿no crees?

—Bueno, en sí, tienes mucha razón enana y ese color te favorece...

—Gracias tú te miras muy apuesto— se alagaron.

Aprovecharon la ida a la ciudad para visitar diversas tiendas de ropa buscando vestidos de gala y trajes que combinaran, Aixa eligió un vestido de corté cuadrado con vuelo, era pegado de enfrente y descubierto hasta la espalda baja, color tinto con negro, como el elegante traje brilloso que había escogido Alain, el traje era negro satinado de tela brillosa al igual que el moño mientras la camisa era tinta.

—Crees que nos excedimos— pregunto Aixa viendo las bolsas en sus manos.

—Tal vez un poco, sí.

—Y por que llevas ropa que ni siquiera es de tu taya; además me has pedido escoger ropa de hombre.

—Quiero hacerles un regalo a la familia de Naila.

—Vendrá tu amiga, la sabrosa.

—Eres un cerdo Alain— la nueva castaña le propino un golpeo a su hermano, quien ni se inmuto pero si soltó leves carcajadas.

Aventaron las compras en la parte trasera del coche y manejaron con precaución devuelta a la casa.

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