Capítulo 6: Madrid - Barcelona

39 4 18
                                    

Valentina dejó una hoja de examen cubierta hasta el tope con tinta en la mesa del profesor. Su rostro de desenfado contrastaba con el del resto de alumnos que todavía clavaban sus codos en la madera. Afuera, en el pasillo de la última planta del Tajamar, un chico de flequillo castaño que cubría su ojo izquierdo y parte de sus gafas la saludó sin grandes aspavientos.

GABRIEL: Has tardado más que de costumbre.

Valentina y Gabriel desfilaron pasillos y escaleras blanquecinas hasta llegar a la planta baja.

VALENTINA: Se me había apagao la calculadora.

Un timbre metálico vibró por las paredes. Gabriel hizo el amago de taparse los oídos.

GABRIEL: ¿Pero todo bien?

VALENTINA: Aquí me ves. De las primeras.

GABRIEL: Te queda camino para entrar en el podio.

Valentina plantó sus zapatos en el suelo del patio. Gabriel inclinó la cabeza para señalar a tres jóvenes.

GABRIEL: Anda, los tres ganadores juntitos.

VALENTINA: No sé que pensar...

Apoyada en la pared, en el centro, Minerva trataba de dormirse. A su costado, Marlon se concentraba para escribir su interminable texto en el teléfono. Y, al otro lado, Yrma ataba los cordones de sus zapatillas azules.

VALENTINA: ¿Qué hacéis vosotros dos aquí?

El pelirrojo y la plateada dieron un paso al frente y juntaron sus hombros sin entusiasmo.

MARLON: Estábamos preguntándole cosas a Minerva.

VALENTINA: ¿Qué cosas?

YRMA: Cosas de ciencia. También, sobre que quiero prestarle ropa y zapatillas que ya no uso.

Valentina se acercó a Minerva y apretó el puño en dirección a Yrma y Marlon.

VALENTINA: No es un mono de feria.

MARLON: Lo sabemos. Solo nos vemos atraídos por su condición.

VALENTINA: ¡Venga, fuera!

Gabriel ocupó el puesto que dejaron Yrma y Marlon. Valentina indicó a Minerva con la cabeza que ambas se sentaran en el suelo.

VALENTINA: ¿Qué te estaban diciendo, angelito?

MINERVA: Nada...

VALENTINA: Siempre igual. Por lo menos, no les respondas a esos morbosos.

MINERVA: Pero me hablan con respeto.

VALENTINA: El tono de voz no lo es to.

Gabriel asentía sin pensar en lo que escuchaba.

GABRIEL: ¿Os dejo solas?

VALENTINA: ¿Y qué vas a hacer tú solo?

GABRIEL: Puedo irme a la biblioteca a estudiar.

VALENTINA: Siéntate y hablamos un... un... ra... to...

Adolfo y Soraya aparecieron de la mano por el patio y caminaron con paso lento hasta ellos tres. Minerva cerró los ojos, Valentina se mordió el dedo corazón y Gabriel se recolocó la mochila en los hombros.

LeviatanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora