Bastó con atravesar las dos primeras manzanas de Salamanca para encontrarse con las docenas de cadáveres uniformados. El lugar de los disparos no levantaba esperanzas para salvarlos, así que Ainhoa siguió caminando, fusil en mano, con iris inquietos y piernas renqueantes.
El silencio no era de calma, sino de temor. A pesar de ese vacío, Ainhoa prefería no escuchar. Avanzó hasta el centro de Salamanca. Allí, civiles dispersos deambulaban con pistolas, aunque sus hombros caídos no daban señales de batalla.
AINHOA: ¿Y los soldados?
Ninguno contestó. Ainhoa continuó su trayecto hacia el este.
18:00. El parachoques del Ferrari estaba cubierto, gracias a una cuerda, por martillos, barras de hierro, picos y demás artilugios que Gabriel recopiló en la madrugada. La silla de ruedas de Desireé y las dos mochilas fueron colocadas en los asientos traseros.
GABRIEL: ¿Lista?
Gabriel se puso al volante e introdujo la llave del coche. Desireé, a su lado, asintió.
GABRIEL: Espero que sean pocos golpes.
Gabriel arrancó y pulsó la llave para abrir la destrozada puerta de garaje. Sobre la cuesta, les esperaba el muro de cemento.
DESIREÉ: No lo hagas tan rápido, que nos fastidiamos el cuello.
Gabriel aceleró. El primer choque creó una grieta en el muro. Desireé puso cara de impresión.
GABRIEL: ¿Bien?
DESIREÉ: Bueno...
Cinco choques después, el Ferrari logró llegar a la acera. Las ruedas escalaron los restos de cemento y, una vez estas rozaron calzada, Gabriel apretó el acelerador y suspiró aliviado. Desireé, precavida, miraba por el retrovisor.
GABRIEL: ¡Cómo va esto!¡Madre mía!
Desireé entristeció su rostro. Gabriel levantó el pie del acelerador.
GABRIEL: Perdón. Es que...
DESIREÉ: No es eso. Por las aceras... Mejor, no mires.
GABRIEL: ¿Pero militares o...?
DESIREÉ: Y también de la Resistencia.
Gabriel apretó con rabia el volante.
GABRIEL: Hijos de...
DESIREÉ: ¿Quieres conducir hacia el sur de Salamanca?
Gabriel miró airado al frente.
GABRIEL: Desireé, agárrate.
DESIREÉ: Gabriel, no hagas ninguna locura.
GABRIEL: Es una orden. ¡Agárrate!
El Ferrari se dirigió embalado hacia un grupo de cinco hombres enfundados en negro. En cuerpo de uno de ellos recorrió el capó y la luna. Desireé agachó la cabeza y gritó.
GABRIEL: ¡A la mierda ya! Esos no se vuelven a levantar.
Gabriel miró por el retrovisor. Los cinco cuerpos permanecían tirados.
GABRIEL: No quiero ir al sur. Me gustaría ir a...
Desireé tenía los ojos despegados y su mano temblaba.
GABRIEL: ¿Si es una bala, bien; si es un parachoques, mal?
DESIREÉ: ¡Que no es por eso!¡Que casi nos matamos!
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Leviatana
Historical FictionQueda menos de un año para que España celebre nuevas elecciones generales; PSOE y PP rompieron su gran gobierno de coalición. Tres nuevos partidos políticos son los que encabezan las encuestas: Progresivas (izquierda), Unión Española (derecha), y Al...