Capítulo 28: Universidad

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En una mesa de la sala de estar, Julián jugaba al solitario sobre un tapete verde. Más que por entretenimiento, sentía la necesidad de realizar esa actividad rutinaria por las tardes. Era eso o sentarse en el sillón a contemplar las paredes naranjas mientras escuchaba los quejidos de la tercera edad.

Un hombre apuesto y afeitado, que rondaba los setenta, solía acercarse a Julián para que acudiera con su grupo. Las respuestas eran siempre las mismas, pero no desistía.

GERVASIO: ¿Cómo aguantas un año entero sin juntarte con más de tres personas?

JULIÁN: Necesito reflexionar sobre mí mismo.

GERVASIO: ¿Tanto? Venga, hombre, que el Ernesto ha traído escondida una petaca con whisky. Disfruta.

JULIÁN: En cuanto acabe la partida. Pero no prometo hablar.

Gervasio arrastró una silla y se sentó al lado de Julián.

GERVASIO: ¿Te molestan los temas que tratamos?

JULIÁN: No es eso. Si yo en la mili conocí a varios gais.

GERVASIO: También hablamos de más temas. ¿No te gusta el fútbol?

JULIÁN: Soy del Rayo. No.

GERVASIO: ¿Y cómo te llevabas con esos compañeros de mili?

JULIÁN: Bien, bien.

Julián recogió las cartas y las amontonó.

GERVASIO: Puedes decirme la verdad. No pasa nada.

JULIÁN: Nos reíamos de ellos. Pero aquí me ves, estando contigo sin más.

GERVASIO: Prefiero que seas honesto. Vamos, que te sirvo un vasito de whisky.

Antes de que Julián se dirigiera a la sala contigua con Gervasio, un cuidador llamó su atención en mitad del pasillo.

CUIDADOR: Julián, tiene usted visita.

JULIÁN: ¿Áxel?

CUIDADOR: No. Venga al recibidor.

Soraya había cambiado su melena rojinegra por un cabello rizado con mechones celestes. Las camisas y botas fueron sustituidas por sudaderas anchas y zapatillas deportivas.

JULIÁN: Cuánto tiempo...

Soraya y Julián se acomodaron en las sillas de la entrada.

SORAYA: Me enteré hace poco de que dejaste de vivir allí. Pregunté a vecinos y me dijeron que ya estás aquí definitivamente.

JULIÁN: Ya solo me queda descansar. No me vi con fuerzas de terminar mi último proyecto, pero... ¿Qué más da? Tengo una decena a mis espaldas.

SORAYA: Me alegra que estés bien.

JULIÁN: Sí... Dentro de lo que cabe. Las visitas de Áxel me alegran las semanas. ¿Y tú qué tal?

SORAYA: En la Complu. Primer año. De momento, el primer mes, bien.

La mirada comprensiva de Julián llenaba de recuerdos la cabeza de Soraya.

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