Capítulo 10: Alianza Omega

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Era la primera vez que Ainhoa conjuntaba camisa de botones y tirantes con estampa militar. Su puntualidad le hizo, antes de llegar a su objetivo, entrar en una armería. Como si se trataran de golosinas, al lado del mostrador se amontonaban centenares de balines.

AINHOA: ¿Esto es a granel?

DEPENDIENTE: No, mujer. Es para decorar. ¿Necesitas?

AINHOA: Me gustaría una Smith & Weeson.

DEPENDIENTE: ¿Traes el informe psicológico?

AINHOA: Soy exsargento.

DEPENDIENTE: Enhorabuena. ¿Lo tienes o no?

AINHOA: No.

DEPENDIENTE: No puedo hacer nada más.

AINHOA: Te doy el doble por ella.

DEPENDIENTE: Esto no es un top manta.

AINHOA: Ya lo traeré otro día.

DEPENDIENTE: Claro que sí, mujer. Si es un trámite muy sencillo.

AINHOA: Ya. Hasta un desquiciado podría realizarlo.

Ainhoa prosiguió su camino, estirando los tirantes, torciendo la boca y chafando las aceras con sus botas con plataforma. Las calzadas desiertas, de pronto, se llenaron de color. Por la esquina marchaba una manifestación, ondeando dos banderas, la LGTBI y la trans. Entre todas las consignas, retumbaba con fuerza la de "ni de izquierdas ni de derechas: opresores".

AINHOA: Ni que fuera el Orgullo hoy...

Ainhoa se tapó un oído a causa de los gritos al unísono. Para evitar ser mal vista, aceleró el paso.

Entre una ferretería y un kebab, se encontraba la sede de Alianza Omega. En medio de la entrada blanca, brillaba su símbolo dorado, similar a una Z encima de un reloj de arena. La amplitud de su recibidor minimalista y sus cristaleras permitían ver en todo momento la actividad de partido allá dentro. Ainhoa, confusa ante el vacío, se adentró para toparse con presencia humana. En su despacho personalizado, en medio de la sala, Navia se recostaba en su asiento y escuchaba el móvil.

NAHUEL: Se dio a conocer la noticia ayer por la madrugada, a través de Twitter. De hecho, fui de los primeros en enterarme por casualidad. Todavía se desconoce quién fue el causante del asesinato de dos granjeros en Alcuéscar, Cáceres. Lo curioso de todo es que no se emplearon armas de fuego, sino hasta tres ballestas.

Ainhoa agitó la mano para que Navia se diera cuenta de su presencia.

NAVIA: Puntualidad... Empiezas bien.

Navia apagó el teléfono y acompañó a Ainhoa por un pasillo que desembocaba en una sala con una mesa amplia.

AINHOA: ¿Voy a tener despacho?

NAVIA: Compartido.

AINHOA: Me siento como en mi primer día de instituto.

NAVIA: ¿Cuál era?

AINHOA: San Patricio.

NAVIA: Ya imaginaba que no iba a ser uno de Usera.

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