Capítulo 7: Navia del Mar

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En el espejo del baño, Ainhoa, con una mano, se pasaba un pintalabios negro sin temblarle el puso. Con la restante, atendía una llamada, asintiendo por cada frase que le resultaba redundante.

AINHOA: Sí. El extractor, de cara al campo. Sí. Perfecto. ¿Entonces los de Rascafría no te han puesto pegas? Bien. Cuando terminéis en unos meses, voy para allí y os pago. Me están gustando las fotos.

Ainhoa se soltó el cabello y acudió al comedor para recoger su bolso. En el sofá, Sabrina y Desireé carcajeaban y vaciaban una bolsa de patatas fritas. Un carraspeo, sumado a un cruce de brazos, paró la diversión.

AINHOA: Sabrina, ayer te pedí que hicieras tu tarea.

SABRINA: ¿Te piensas que localizar y obtener los datos es fácil?

AINHOA: No sé. Tu eres la experta.

SABRINA: Quieres que sea la experta, más bien.

AINHOA: Activo tus capacidades cerebrales con dinero.

Desireé se impulsó con los brazos para trasladarse desde el sofá hasta la silla de ruedas.

DESIREÉ: ¿Te has enterado de lo que pasó ayer?

AINHOA: Si no paran de repetirlo por todos lados.

DESIREÉ: Veinte muertos ya. Todavía no se sabe quién ha sido.

AINHOA: Eso es mucho peor que saberlo.

DESIREÉ: ¿Por qué? Si han sido los de un lado, los del otro atacarán.

AINHOA: Creo que sabes de lo que hablo, Desireé.

DESIREÉ: Eh... No.

Ainhoa puso los ojos en blanco y estiró las mangas de su blusa granate.

AINHOA: Me voy. Vendré a la noche.

DESIREÉ: Yo también me iré ahora.

AINHOA: Ni se te ocurra seguirme.

DESIREÉ: No... Si voy a practicar con el violín.

AINHOA: Muy bien. Muy bonito. Adiós.

Ainhoa mantuvo la mirada fija en Sabrina.

SABRINA: Espérate a que me acabe la bolsa y me pongo al lío.

18:30. Pese al cielo nublado, una morena de hombros caídos tapaba sus infantiloides ojos con unas gafas de sol. Despedazaba un croissant sobre la mesa de una terraza desangelada, con los clientes más cercanos a cinco metros. Los trozos los mojaba en un Cola-Cao, midiendo el tiempo. Al notar los bruscos pasos de Ainhoa por la esquina, se le resbaló la punta de los dedos.

AINHOA: Veo que no pierdes el tiempo.

Ainhoa alzó el brazo para llamar la atención de un camarero.

AINHOA: Tarta de queso con un café, si eres tan amable.

Ainhoa se acomodó en la silla de metal y observó la chaqueta blanca de Navia, en la cual una mancha marrón se hacía notar al lado del botón. Para disimular, tarareó y lanzó una sonrisa fingida. Debido a los cristales, no sabía si estaba captado su atención.

AINHOA: ¿Llevas mucho rato aquí?

NAVIA: Sí. Es que he tenido otra reunión.

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