Capítulo 52: Cercedilla y Carabanchel

9 0 0
                                    

Entre las campañas de hospitalización de la Casa de Campo, una de ellas, con telar verde, resguardaba a diez personas. Alrededor de una mesa de plástico, Desireé, la Reina Sofía, el Director del CNI Robles y seis Generales más atendían a las palabras de Ainhoa.

AINHOA: Entonces, Desireé... ¿Conduces a tu grupo hasta Carabanchel?

DESIREÉ: Sí.

AINHOA: Perfecto. Seguid las órdenes de Gilbert. Él está por Puente de Toledo.

DESIREÉ: Me iré ya. Así, hablo con él.

AINHOA: Le reconocerás en seguida. De todos modos, vas a ir con Hoxberg. Dile ya de ir. Está en la tienda de al lado.

DESIREÉ: De acuerdo.

Ainhoa acarició los cabellos de Desireé. Robles, sutilmente, se situó en el centro de la mesa.

ROBLES: Bien. (a Ainhoa) ¿Ya?

AINHOA: Sí. Perdón.

ROBLES: (a los generales) Levy y yo hemos planteado lo siguiente. Tenemos los números telefónicos de más de cien terroristas. Se hacen llamar los Lumínicos. Operaremos desde las Oficinas para triangularlos. Recibirán órdenes mías en aquellos momentos de novedades. ¿De acuerdo?

Ainhoa, inconscientemente, asintió. Al terminar el discurso, tocó el hombro de Robles para advertirlo.

AINHOA: La Reina y yo nos vamos. Continúa explicando.

Ainhoa y Sofía salieron al exterior. En medio de la hierba, un Jeep descansaba.

AINHOA: ¿Te llevamos hasta Puente de Vallecas?

SOFÍA: No, gracias. Ya me lleva otro militar.

AINHOA: Pues nada. Yo me voy a la sierra.

Ainhoa se sentó en el asiento de copiloto. Bermúdez arrancó y avanzó hacia el oeste, donde una docena de Jeeps esperaban avanzar hacia el norte.

BERMÚDEZ: ¿Pongo música?

AINHOA: No. Necesito concentrarme.

Ainhoa se desprendió del fusil y la mochila para dejarlos en los asientos traseros.

BERMÚDEZ: ¿Cuánto hace que te has pinchado?

AINHOA: Horas.

BERMÚDEZ: Te tiembla el ojo.

AINHOA: Vale, hace unos minutos. Pero es normal. Tengo que estar a tope por si las cosas en Cercedilla salen mal.

Bermúdez aceleró. Al ponerse al frente, el resto de Jeeps siguió su estela.

BERMÚDEZ: Durante el trayecto, procura no meterte más Zuber.

Ainhoa apoyó su cabeza en la ventana y contempló el paisaje de tierra y encinas.

13:30. Los Jeeps se repartieron de la siguiente manera: cuatro en las entradas de Cercedilla, cinco por el centro del pueblo y tres en los alrededores de aquel almacén de paredes salmón y techo plateado. Nada más Bermúdez aparcar en tierra, Ainhoa se apeó con mochila y fusil. A ella, se unieron diez militares que bordearon la edificación.

AINHOA: Fila uno, trasera. Fila dos, frontal. ¡Ya!

Al irrumpir en el almacén tras derribar las puertas de metal, los militares se toparon de frente con estantes repletos de almohadas. Entre las ranuras, Ainhoa observó cómo unas zapatillas se movían por el interior de la sala principal. Sin dudarlo, disparó.

LeviatanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora