Capítulo 61: Toma de poder

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En la Sala de Audiencias del Palacio de la Zarzuela, docenas de periodistas, personal de seguridad y militares bordeaban el espacio. La Reina Sofía, somnolienta, estrechó la mano con Ainhoa y Jordan. 

AINHOA: Hecha la jura...

SOFÍA: Todo realizado. Yo ya me puedo ir.

AINHOA: ¿Urgencia?

SOFÍA: Sí. 

AINHOA: De acuerdo. Prestaré declaraciones.

Los periodistas rodearon a Ainhoa. Jordan se colocó de tal forma que ambos aparecieran en la misma proporción en la cámara central.

AINHOA: No responderé, sino que hablaré. Y todo quedará claro. Yo, Ainhoa Levy, he asumido la Presidencia del Gobierno mediante los mecanismos de la ley. Del mismo modo que Jordan Pemberton ha obtenido la Vicepresidencia del Gobierno legítimamente. Ahora, seré yo la que se exprese.

Ainhoa fingió rostro de serenidad e hizo temblar su mano fuera de cámara.

AINHOA: La actividad política comenzará en dos semanas. Sin embargo, esta misma mañana, me reuniré en el Congreso de los Diputados con los 349 miembros políticos. De manera cordial y distendida, abordaremos el futuro de España. En octubre del año que viene, serán convocadas las Elecciones Generales. Estos doce meses de mandato, no trataré ganarme el cariño de nadie. Todos los ciudadanos de este país saben quién soy y lo que he causado. Sois libres de odiarme.

Jordan, poco a poco, salió de plano.

AINHOA: Pero entre vosotros también se reparte la culpa. Muchos tirasteis la piedra y os escondisteis tras cemento. Años y años combatiendo en una guerra con palabras. Todos y cada uno, de manera indirecta, me queríais para vuestra causa. Izquierdistas, derechistas, centristas... Total, era una guerrera. El perfecto estandarte. Y, ahora, que empuñé un arma contra todos, deseáis la paz.

Ainhoa se dio la vuelta. Jordan ocupó su lugar ante las cámaras.

12:00. Ainhoa y Jordan viajaban en el Jeep manejado por Bermúdez. En el asiento de copiloto, Hoxberg contemplaba la calzada. Esta, a menos de diez metros, se encontraba cortada. Miles de personas se reunieron frente al Congreso de los Diputados. Su presencia abarcaba desde la Fuente de Neptuno hasta la Puerta del Sol.

HOXBERG: Avanza. No están violentando al resto de vehículos. 

Jordan miraba el techo del Jeep. Ainhoa pegó su cabeza a la ventanilla. Las fachadas desaparecieron y los manifestantes ocuparon el campo de visión. Sus rostros no eran de furia, sino de alicaimiento. 

En la entrada del aparcamiento, uno de ellos, Gabriel, era el que gastaba la energía que el resto no podía. Con su megáfono, gritaba a los vehículos.

GABRIEL: ¡Asesinos!¡Vosotros sois los verdaderos culpables!

Ainhoa vio la parte inferior de una silla de ruedas. Con pesar, levantó la mirada. Desireé tenía un algodón en el oído izquierdo. Sus iris bailoteaban. Su boca dormida tragaba todo el aire que las dañadas fosas nasales no podían.

AINHOA: (a Bermúdez) Ya puedes entrar.

Ainhoa se llevó la mano a su camisa blanca y arrugó los bordes. 

JORDAN: ¿Quieres que sea yo el que tome la voz cantante frente a los diputados?

AINHOA: No.

Las pancartas agitadas acompañaban a los gritos de Gabriel. Este paró en cuanto vio que Desireé entrecerraba los ojos y se reajustaba el algodón.

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