Capítulo 5

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La cena de esa noche estuvo tan fantástica como las historias de Giulia y Luca. Fue en el patio como habían acordado, que estaba lleno de luces y de deliciosa comida.

En esa instancia, los dos adolescentes recién llegados contaron con lujo de detalles todo lo que habían vivido en Génova y la escuela a toda la familia Paguro además de los anfitriones.

Claro, no todo eran cosas aburridas sobre la escuela, a veces eran cosas chistosas, como cuando Luca se trabó al recitar su discurso de graduación de primaria, o cuando Giulia tuvo un accidente en el laboratorio por mezclar dos químicos que explotaban al hacer contacto... Otras cosas eran sorprendentes, como sus premios por sus proyectos extracurriculares de astronomía hasta incluso el hecho de que Luca tenía que usar anteojos para leer porque se la pasaba trasnochando mientras lo hacía.

También hubo actos de rebeldía que le contaron a la abuela, a Alberto y a Massimo sólo cuando los padres de Luca se fueron por un momento para servirse más comida. Contaron anécdotas de cuando él y Giulia decidieron faltar a una clase para ir con sus compañeros a comer gelato, cuando Giulia le hacía bromas a los profesores o cuando el castaño se vio involucrado en una pelea que él no había empezado pero -quién sabe cómo- terminó ganando.

—No le digan a mi mamá, ella no sabe eso. —Dijo Giulia, tomando un sorbo de agua.

—La mía tampoco, per favore, abuela. —Susurró Luca, a lo que la mayor le guiñó el ojo, indicando que guardaría el secreto.

—Vaya, no creí que te pelearías con nadie jamás... Al menos no físicamente. —Reconoció Alberto.

—Bueno, cuando te molestan por ser distinto, tienes que defenderte. ¿No?

—Luca sabe como defenderse con palabras, pero ese día le pateó el trasero a ese tipo, ¡debiste verlo! Toda la escuela estaba ahí, incluso el director, que llamó a mamá... Pero por suerte no estaba en casa y nunca contestó el teléfono.

—Giulietta, espero que no se haya vuelto a repetir. —Le dijo su padre, a lo que ella respondió que sólo pasó esa vez. —Aún así te felicito, ragazzo. No todos tienen el coraje para defenderse.

—Gracias, signor Marcovaldo.

— ¡Y sabían que eras un monstruo marino! ¿Cómo lo hiciste? —Preguntó el moreno, asombrado por la valentía del menor.

—Bueno, no todo el mundo lo sabía. Sólo algunos de mi clase, y él no lo era. Todos los demás guardaron el secreto.

— Dijiste que te molestaron por ser distinto, ¿si no era por eso, por qué fue? —Preguntó, a lo que Luca bajó la mirada y enrojeció un poco al recordar que fue porque encontraron un dibujo de él mismo con el moreno... Tomados de la mano y con muchos corazones al costado. Agh, qué vergüenza.

—En realidad, no me acuerdo mucho... ¿Tú te acuerdas, Giulia?

—No en realidad, pero el tipo tuvo su lección. —Dijo, protegiendo a su amigo.

—Me alegra. Desearía haber estado ahí, te habría defendido, aunque no lo necesitabas.

Esta vez, el menor enrojeció levemente y no por la vergüenza. —Gracias...

Pronto se hizo medianoche con tantas anécdotas divertidas de contar y escuchar. Los Paguro tenían que irse, por lo que ya comenzaban a despedirse para regresar al agua.

Sus padres seguían viviendo en su hogar subacuático, aunque ahora tenían trabajo en la superficie para poder costear la educación de su muchacho y no molestar más de lo debido a la familia de los Marcovaldo. En todos esos años, su madre había aprendido a coser, y comenzó a realizar bellísimos trabajos de costura y confección de vestidos que guardaba en casa de una vecina de la cual se hizo amiga.
Su papá, al contrario, trabajaba vendiendo alimentos perecibles, y les iba bien. De hecho, ya pronto podrían tener el pie para comprarse una casa propia.

¡Ciao, Ciao! /Luberto FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora