Epílogo

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(Dos capítulos en uno)
Capítulo musical. Reproduce la canción cuando sea el momento.

***

Hacía frío, muchísimo frío. Tanto, que las manos dolían debajo de los guantes al calentarse.

Era invierno, más precisamente, el último día del año. Domingo 31 de diciembre de 1972, para ser precisos.

Portorosso se cubría de luces festivas, nieve y alegría. Hubo una cena que fue todo un éxito, y por fortuna, la familia completa se pudo reunir en casa de Massimo Marcovaldo, incluyendo a los Paguro y a Giulia, quien había viajado desde Génova para pasar las vacaciones de invierno en el pueblo pesquero.

Pero quizá ya se estén preguntando... ¿Falta gente, no?

Sí, faltan dos personas. Y a casi cinco minutos para el inicio del año nuevo, nadie podía encontrarlos, pero ya qué. Sabían que lo mejor era dejarlos tranquilos, que vendrían más tarde. Con eso tomado en cuenta, la fiesta continuó con música y buenos deseos, además de mucha sidra de manzana, por supuesto.

Lo cierto es que los dos desaparecidos estaban en el varadero de Portorosso, donde las embarcaciones flotaban en el helado mar, que tenía escarcha congelada encima. No se encontraban muy lejos de la piazza, así que no sería problema llegar con sus familias para cuando ya dieran las doce y algo de la noche.

Por el frío, ambos jóvenes estaban acurrucados en un banco cubierto de nieve, sosteniéndose las manos que vestían guantes de lana y con los cuerpos apegados. Juntos, miraban al cielo despejado, a las estrellas que se mostraban entre las nubes oscuras después de un nevazón, y suspiraron. 

— ¿Cuánto falta? —Cuestionó Alberto, aquel chico de ojos verdes que se había perdido de la vista de todos, por estar con Luca, quien estaba a su lado.

—Cinco minutos. —Respondió el de ojos café, mientras veía su reloj de pulsera.

—Bueno, antes de que se nos vaya el año, debo decirte que... Este fue el mejor año de mi vida hasta ahora. Y te agradezco por eso, por estar en él. —Mencionó el mayor, rodeando a Luca con sus brazos, en un tierno abrazo.

—Aw... También yo. Creo que nunca la había pasado tan bien en lo cotidiano, estos últimos meses a tu lado han sido increíbles.

—Pues sí, somos pareja, te quedaste conmigo, y... Tenemos la mitad de un sueño cumplido, nuestra Vespa.

—Un poco más de la mitad. Nos ha ido bien en el trabajo, no lo olvides. —El menor sonrió.

—Sí, es verdad. Eres un excelente maestro particular, debo decirlo. Los niños te aman.

—Y a ti todos te adoran, querido pescador, mecánico y excelente salvavidas. —Luca acomodó el gorro con forma de rana que Alberto tenía puesto, plantando un pequeño beso en su frente cubierta por la lana. —Te admiro, no sé cómo logras hacer tantas cosas a la vez.

— ¡Yo soy el que te admira a ti! Trabajas mientras estudias, y viajas cada mes a rendir exámenes. ¡Todos juntos! Luca, yo no sé como lo haces.

—Con tu apoyo. Y bueno... Muchas tazas de café.

— ¿Ahora entiendes por qué interrumpí tu sesión de estudios? Mereces un respiro. No puede ser que todo el mundo esté festejando y tú te encierres en tu habitación a estudiar. Digo, entiendo que adores tu nueva casa, pero no es necesario quemarte las pestañas cada día encerrado en esas cuatro paredes.

—Lo sé... Y aunque me acompañas, tienes razón.

—Solo te cuido, te sobre exiges demasiado. —Murmuró, acariciando su cabello.

¡Ciao, Ciao! /Luberto FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora