"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron.
Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...
(Dato curioso, este era el tan esperado capítulo 10 Jskdj pero salió re largo)
Te recomiendo leer con pantalla negra, pero no es necesario 🤍
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-Capítulo Largo-
—¿Ya sabes qué haremos mañana? —Cambió el tema el moreno, porque en serio no quería lidiar con malas sensaciones en esos momentos.
— ¿Mañana?
—Sí, no sé que te gustaría hacer.
—Lo que sea está bien si estamos juntos, es lo que más quiero hacer ahora, el tiempo que me quede aquí. —Murmuró Luca, robándole una sonrisa al ojiverde.
— Perdón, no te escuché. ¿Qué dijiste?
—No me hagas repetirlo, Alberto. —Se avergonzó un poco, escondiendo su rostro en su chaqueta azul.
— ¡Dilo de nuevo, por favor!
—No. —Mencionó Luca, levantándose un momento para tomar algo de arena y lanzársela al mayor, ensuciándole la ropa y el cabello por completo.
— ¡Oye! —Exclamó tratando defenderse y fallando en el intento. Luca ahora no solo le lanzaba arena con las manos, sino que la pateaba, cubriéndolo con ella y Alberto, al verse acorralado, se rindió. — ¡Está bien, tú ganas! ¡Tú ganas!
Ambos rieron alegres. Al final, era bueno estar así. Después de tanto tiempo, era bueno reír juntos y juguetear como antes hacían, a pesar de lo que había sucedido entre ambos.
El tiempo quizá había sido la mayor distancia entre ambos, pero quizá había algo positivo en ello. Es emocionante, porque cuando se dan estas situaciones, esto te recuerda de que cada segundo cuenta, que cada uno se valora.
Y que cada momento es una intensidad de emociones que está ansiosa por estallar.
Luca se detuvo y cuando estuvo por sentarse otra vez, notó lo que no había notado hace minutos atrás. — ¡Tiré mi gelato al suelo, no! —Se quejó. Hizo un puchero y el moreno sonrió, porque le causaba ternura ver su expresión frustrada y sus mejillas infladas.
—Eso es karma en su máxima expresión. —Mencionó, removiéndose la arena de encima con muchas sacudidas. Luca le mostró la lengua y después le sonrió de vuelta, pues le hizo gracia verlo cubierto por ella. —Ya tranquilo, yo no soy mala persona como tú. Así que ten el mío, no me importa. —Dijo, regalando su propio gelato.
— ¿En serio? ¿No hay truco?
—Sí, no hay rencor. Me gustan más los sabores frutales, es todo tuyo. —Dijo, levantando los hombros y rascándose una mejilla.
