"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron.
Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...
🔞Advertencia: 🔞 Este capítulo contiene escenas sexuales explicitas y consensuadas entre los protagonistas, por lo que continuar con la lectura es exclusivamente de tu responsabilidad.
La historia está clasificada como "Contenido Adulto" aquí en Wattpad. Por lo que, al continuar con la lectura, estás de acuerdo con que ya fuiste avisado y no hay ningún problema con ello.
⚠️Este es un capítulo extra, saltarlo no afectará (al menos no demasiado) en la trama. ⚠️
✨Capítulo especial: Maratón 2/2✨
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En situaciones como estas, te vuelves alguien torpe por la emoción, por una nueva experiencia que compartir con la persona que amas, en total intimidad. Después de cerrar la puerta, las piernas pierden el balance y las palabras el sentido.
Entre besos lentos pero desesperados los dos se vuelven locos, enviando el tiempo a la mierda y las angustias a otro lado, porque esa última noche les pertenecía a ambos. Había que hacer que contara.
El interior de los dos revolotea cariñosamente cuando se detienen para mirarse a los ojos. Aunque se distingue muy poco en la oscuridad de la habitación, el mensaje es trasmitido de la forma correcta.
—Eres precioso... —Dice Alberto en un murmullo, acariciando sus pómulos. — ¿Estás seguro de esto?
—Sí, lo estoy. —Luca toma sus manos. — ¿Quieres que hagamos esto? Porque si no, no hay ningún problema...
—No. Quiero esto más que nada en el mundo, no hay nada que quiera más que estar contigo, adorarte, que me dejes aprender todo de ti, tus secretos, tus pensamientos, porque me importas, porque te amo.
—También te amo, Alberto... Estoy listo. Déjame amarte, déjame... ¿sí?
—No debes preguntármelo, me encantaría que lo hicieras.
Hay toques suaves de manos temblorosas que intentan monopolizar al otro con caricias que provocan escalofríos. Hay pequeñas mordidas de labios y refuerzos en esas marcas que ya existían de una travesura pasada.
Retrocediendo lentamente mientras era atrapado por esos dulces labios con textura de terciopelo, mareado y bastante embelesado, Luca se sienta en la cama e intenta desabrocharse la camisa, fallando miserablemente por los nervios y la falta de luz.
—Déjame a mí, yo lo hago por ti. —Susurra Alberto, y continúa para ayudar al de piel pálida, pero antes sigue su ejemplo, deshaciéndose rápidamente de su camiseta.
Mientras lo hace, Luca no puede evitar mirarlo desde el ombligo hasta las clavículas con un rubor en sus mejillas. Suspira pesadamente y Alberto ríe. — ¿Qué?
