Capítulo 17

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Ambos, Luca y Damiano se encontraban en las afueras de la casa, de hecho, cruzaron la calle para quedarse recargados en una valla que delimitaba con el puerto pesquero.

Había una especie de bruma cubriéndolos. El frío de la noche oscura acechaba y existía la enorme posibilidad de que comenzara a llover nuevamente. No se veían las estrellas, en efecto, no se veía casi nada más que las luces tenues de la casa de Caruso, que ahora estaba de frente a ellos.

Podría decirse que ninguno de los dos quería estar ahí teniendo una conversación, pero debía pasar. Ya habían llegado hasta ese punto, ahora no podrían protestar e irse.

— ¿Y bien? —Preguntó el rubio, cruzándose de brazos y apoyando su espalda en la valla, mirando al frente.

—Bueno, creo que debemos hablar. Sé que partimos con el pie incorrecto, es que siento que no hay buen ambiente, y la verdad-

—Já. ¿En serio? —Damiano interrumpió cuestionando a Luca de manera sarcástica. Sacó una cajetilla de cigarrillos como era de costumbre, pero fue detenido por el menor.

— ¿Puedes... Por favor no hacer eso?

— ¿Te molesta?

—Es terrible lo que esa cosa le hace a tu cuerpo. —Luca declaró en un tono serio.

Damiano solo se rio otra vez, sin soltar la caja. —Ya dime por qué estás acá. No estás aquí por mí, ni para cuidarme de los peligros del cigarro o lo que sea. No tengo todo el día, estoy helado y quiero irme a dormir.

—Pues...

—Mejor déjame hacer las preguntas a mí. ¿Si? Así nos ahorramos toda la charla que claramente no queremos tener. —Dijo, esta vez mirándolo de frente.

—Bien. Pregúntame lo que sea. —Luca se encogió de hombros y se preparó para lo que podía venir.

— ¿Qué diablos pretendes? —Cuestionó.

— ¿Disculpa?

—Digo, vienes acá. ¿Después de cuánto? ¿Como cuatro años? Y luego... —El rubio cerró los ojos y suspiró, controlándose. Se dejó llevar por el escalofrío que le provocó el viento, como si hubiese sido una advertencia de que parara antes de llegar a terreno peligroso.

— ¿Y después? —Luca murmuró, mirando a sus propios zapatos, animándole a terminar con la frase.

—Olvídalo, quiero cambiar la pregunta, pero antes... ¿Te molesta demasiado si fumo? Lo necesito, me carcome la angustia.

Estaba inquieto. A Damiano le temblaba una pierna y ya no era capaz de sostener la mirada en un punto fijo. Realmente no quería estar ahí, quería estar recostado en su cama, con la cabeza colgando y los pies hacia arriba recargados en la pared, escuchando música en su tocadiscos.

Era demasiado incómodo, y lo único que se le venía a la mente para disminuir su ansiedad y su temperatura fría, era fumar. Un pésimo hábito, pero no podía evitarlo. Ya era costumbre.

—Bien, adelante.

—Dios, gracias. —Mencionó y esta vez si logró colocarse un cilindro de tabaco entre los labios y lo encendió como siempre, quizá con un ligero apuro. Exhaló aquel humo grisáceo y consiguió estabilizarse un poco por lo que suspiró.

— ¿En serio te calma tanto?

—No me digas nada, no sabes lo mucho que lo necesitaba. —Dijo, con la mirada fija hacia el frente. —Ha sido un día duro para mí.

¡Ciao, Ciao! /Luberto FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora