Miércoles.
Dos días antes de la partida.
Era temprano y hacía un poco de frío. El alba salió hace pocas horas aunque no era visible, pues había mucha bruma marina.
Siendo las siete de la mañana, se notaba que el pueblo seguía dormido en su mayoría. Tan solo unas pocas personas caminaban por las calles, y eran más que nada las que se encargaban de abrir el comercio.
Eran vacaciones de primavera, lo esperable es que los jóvenes adolescentes siguieran durmiendo, pero en cambio, había dos muchachos abrigados en la playa, sentados sobre un pequeño mantel viendo al calmo mar que tenía un color azul oscuro y reflejaba el grisáceo de las nubes.
Frente a frente, Luca tenía sus piernas dobladas encima de las contrarias, que estaban estiradas a los costados de sus propias caderas a la vez que sus manos eran sostenidas por las de Alberto.
—No nuevas tanto la mano, o me quedará mal. —Pidió el moreno, pues trataba de dar su mejor esfuerzo en pintar las uñas de su chico con color amarillo, dado que él se lo había pedido.
—Te estás saliendo mucho, debes pintar en la uña, no alrededor. ¿Seguro de que la mano que tiembla no es la tuya?
—Shh... Giulia dijo que con el tiempo se sale. —Murmuró concentrado al igual que somnoliento, pasando el pincel suavemente. — ¿Cuando termine, puedo dibujarte una carita feliz con marcador?
—Sí. Lo que tú quieras... Y hablando de eso, ¿después no quieres ir a desayunar afuera? —Murmuró Luca, reprimiendo un bostezo, frotándose su ojo izquierdo con la mano que no tenía barniz.
—Sabes que siempre diré que sí a eso. Sobre todo si hay pastel. ¿Podemos pedir pastel? —Preguntó, con sus ojos verdes iluminados por la idea.
—Te conozco y te quejarás de que luego te duele el estómago, pero si eso quieres... Sí.
— ¡Sí! —Festejó, apretando un puño.
Seguramente se están preguntando por qué estos dos están de pie tan temprano.
Ni siquiera desayunaron y tampoco habían dormido mucho para ser honestos. Es que el tiempo volaba y el día de partida estaba a la vuelta de la esquina. Por eso, había que aprovecharlo.
Giulia y su papá observaban a los muchachos desde lejos en aquella playa. La chica llevaba los pies descalzos sobre la arena, con los zapatos en su mano. Su cabello pelirrojo se movía por el viento y también lo hacía su chaqueta de mezclilla. —No sé cómo voy a decirles, papá. No quiero darles la noticia.
— ¿Quieres que yo hable con ellos, Giulietta?
—No lo sé... Es que míralos. Nunca había visto a Alberto tan feliz, ni siquiera cuando ganamos la copa Portorosso hace años atrás. Y Luca... Para qué decirte. Pensé que podríamos hacer algo.
—Lo sé, yo también estuve así de enamorado una vez. Pero estarán bien Giulietta, y si son lo suficientemente valientes, estoy seguro de que no les sucederá lo mismo que a mí.
— ¿Estabas hablando de mamá? Antes. —Cuestionó ella.
—Sí... De Gina.
Suspiró. —No digas que no fuiste valiente, papá.
—Pude acompañarla y decidí no hacerlo por mi orgullo, pero si lo hubiera hecho... No habría terminado bien de todas maneras, no teníamos los mismos planes. Yo era muy conformista y ella muy soñadora.
—No crees que eso les suceda, ¿o si?
—A veces el amor que dos personas se tienen no es suficiente para sobrellevar una relación, mia figlia. Debe ser un compromiso, y ambos deben poner de su parte, por lo que, si no tienen los mismos planes, en ocasiones... Es mejor dejarse ir antes de que estar juntos los dañe, como nos pasó a tu mamá y a mí.
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¡Ciao, Ciao! /Luberto Fanfic
Fanfiction"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron. Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...