"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron.
Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...
GRACIAS desde el fondo de mi corazón, no sé en qué momento llegué a tanta gente, pensé que nadie me iba a leer, lxs amo😩💖💖💖💖💖
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Soy lágrimas, justo hoy!
Hoy se cumple el aniversario de un mes del fanfic 😩💖
¡Por eso les traigo un regalito, gracias por todo el apoyo!.
MARATÓN 1/2
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Alberto y Luca siempre fueron un gran apoyo emocional el uno para el otro.
En esas tiernas épocas donde el de piel pálida tenía los catorce años recién cumplidos y el moreno ya tenía quince; siempre que había problemas sin importar la hora que fuese, en Génova se giraba el disco de marcar y en Portorosso sonaba un teléfono rojo. A veces era al revés, pero ese día en particular, la llamada telefónica había despertado al de ojos verdes a mitad de la noche.
Eran los primeros días de marzo, el invierno se estaba yendo y por ende, las temperaturas frescas tentaron a Alberto de quedarse en la cama y no levantarse, pero sabía que solo alguien podría estar llamando a su casa de madrugada.
Se levantó colocándose sus pantuflas y un abrigo para ir con prisa hasta el teléfono y así no despertar a Massimo si seguía sonando. — ''¿Diga?'' —Contestó somnoliento.
—''Hola Alberto, soy Luca. Sé que es tarde, perdón si te despierto...'' —Habló entre susurros. Por supuesto que era él, era su voz.
— ''No, tranquilo. No me despertaste, sabes que siempre estoy haciendo algo. '' —Trató de impresionarlo como siempre, pero un bostezo se coló entre sus palabras, delatándolo de inmediato.
Luca sonrió desde su habitación. En Génova todos dormían, así que el chico se había llevado el teléfono hasta el armario y se encerró ahí para no hacer tanto ruido y poder hablar tranquilamente. Había un enchufe para la lámpara justo afuera, por lo que coló el cable rizado hasta adentro y se pegó a la pared para no cortarlo por accidente.
