El atardecer se veía en tonalidades rosáceas y violetas. Había una refrescante brisa primaveral justo ahí, en las verdes colinas cercanas a Portorosso. Aquella pequeña pero pintoresca localidad de la Riviera Italiana que el chico de brillantes ojos castaños y diecisiete años tanto ansiaba volver a ver.
Solo se veían las nubes y un par de estrellas asomándose en el cielo además de la vegetación natural que pasaba con velocidad entre esos cerros. Se sentía la frescura del ambiente debido a que la ventanilla del tren estaba abierta, por lo que Luca Paguro tomó su chaqueta de color azul pastel y se la colocó, para seguir viendo el bello panorama. Sintió un escalofrío y luego a su ondulado cabello revolverse al entrar por un túnel. Fue en ese instante cuando la chica a su lado le tocó su brazo izquierdo.
—Luca, ¿por qué no cierras la ventana? Está helado... —Dijo la pelirroja, somnolienta. Se encontraba a su lado en esos asientos acolchados, cubierta por una manta y usando su gorro azul que aún poseía desde hace varios veranos atrás. —No querrás resfriarte, ¿verdad?
—Perdón Giulia. Es que quiero sentir la brisa marina cuando estemos por llegar. ¿No quieres volver a dormir mientras tanto?
—No, ya llegaremos... Estamos cerca. —Bostezó y comenzó a tallar sus ojos. —Además dormí al menos cuatro horas, me siento reparada.
—Sí...
Parecía que fue apenas ayer cuando Luca Paguro dejaba el pequeño y colorido pueblo de Portorosso para irse a Génova a vivir junto a Giulia Marcovaldo y su mamá.
Fue una experiencia increíble que jamás pensó que tendría. Conocer el mundo humano, vivir entre ellos, ir a la escuela y aprender cada día algo nuevo sobre su entorno.
Y vaya que aprovechó cada momento que pudo. El mundo humano era asombroso en cada aspecto. Conoció las costumbres humanas y se las aprendió una a una, maravillándose entre el universo de cosas que había creado el hombre. La música, el arte, los libros, las matemáticas, las fiestas, la comida y un sin fin de cosas que le quitaban el sueño a aquel monstruo marino de trece años que ya se había convertido en un joven de diecisiete.Ahora, las pequeñas vacaciones de primavera recién comenzaban, sin embargo, estas serían cortas.
Si bien el descanso iniciaba la próxima semana, Giulia y Luca habían pedido autorización para salir de clases mucho antes, para así poder quedarse un poco más de tiempo en el pueblo pesquero. Después de que la madre de la pelirroja fuera a hablar con el director y los profesores de su escuela, los dos adolescentes fueron autorizados a salir antes debido a que todas sus calificaciones estaban listas, y además eran sobresalientes por su esfuerzo.
Como consecuencia, ahora ambos se encontraban en un tren que se dirigía a Portorosso, lugar donde aprovecharían al máximo esas tres semanas que se quedarían.
— ¿Por qué no duermes? Llevas despierto todo el viaje.
—Estoy nervioso, ansioso, con una mezcla de emociones... No puedo dormir, es que ha pasado mucho tiempo.
—Lo sé, pero ya llegaremos. Sé que echas de menos a todos, ya casi son cuatro años...
—Jamás pensé que tardaría tanto tiempo en regresar...
—Oye, pero tus padres lo comprendieron. Eso es lo que importa, te apoyaron en tu deseo de ir a la escuela, te apoyaron con lo de la escuela de verano de dos años, y nuestras vacaciones en Verona... ¡Eso es lo mejor del mundo!
—Sí, no me preocupo por ellos. Sé que están bien y que se lo tomaron todo de buena manera pero... No sé si él se lo habrá tomado bien... Honestamente no lo creo.
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¡Ciao, Ciao! /Luberto Fanfic
Fanfiction"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron. Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...