Epílogo

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Cuando la batalla contra Muzan termino, muchos de mis amigos murieron. Por fin podrían descansar.

Los Kakushis se acercaron a mi con temor a que yo muriera por mis heridas.
Pero yo desesperadamente quería encontrar a mi hermano.

- ¿Dónde está?.

- Señor Makoto, su hermano está.....- dudaron en decirme.

Todos se miraron con angustia por su respuesta, pero al final negaron con la cabeza.

- Lleve me con él.

- No podemos hacerlo, está muy lastimado si se moviera podría haber consecuencias...

- ¡¿Acaso no escucharon?! - dije con impotencia - ¡¡Llevenme con el!!.

Sabía que las consecuencias de moverme, serían terribles.
Todos pensaron en una razón para moverme sin lastimarme demaciado. Pero tardaron tanto que, en la posición en la que había quedado me comencé a levantar con una gran fuerza de voluntad.

El sol que había salido por el horizonte me cegaba, no me dejaba ver con claridad el camino. Mis piernas se levantaron con un pequeño temblor y arrastrando los pies comencé a dar paso tras paso.

- ¡Señor Makoto, no se levante!.

- ¡Detengase por favor!.

Los gritos de preocupación de los Kakushis me molestaban. Sus intentos de detenerme fueron inútiles pues no resultó nada de lo que hicieron; mientras me tomaban de los brazos y tiraban de ellos o me rodeaban con sus brazos por la espalda caminaba con determinación.

Todos a mi alrededor me miraban, nadie decía nada. Solo podía sentir las miradas de todos.

Sentía que cada paso que daba era una tortura total. Que con solo respirar mi cuerpo se rompería en pedazos.

Cuando llegue dónde estaban los heridos, busque desesperadamente a mi hermano. Pero solo observaba presión en ese momento, muchas personas caminaban en tantas direcciones que me aturdían.

- ¡Señor Makoto!.

Logré escuchar a lo lejos.Un kakushi se acercó a mí.

- Es su hermano.

De inmediato me guió hasta donde estaba el, pasamos varias camas con heridos y muertos.
Mi miedo era que Akemi estuviera a punto de morir o que ya lo estuviera.

Cuando llegamos, mire con sopresa su estado.
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Su cuerpo estaba cortado a la mitad.
Era sorpréndete que estuviera en ese estado. ¿Cómo pasó esto?.
Me acerque a gran velocidad a él y tropezando con mis pies, solté mi espada y me arrastre con toda mi fuerza que aún poseía.

- Hermano~.

Con mis manos temblando sujete la sabana que le cubría la cintura repleta de sangre. No quería mirar debajo de ella, sabía que vería algo terriblemente horrible.

El kakushi me explico que el había muerto después de que fuera cortado por la mitad. Fue una muerte poco dolorosa.

Con un gran nudo en la garganta y mis manos ejercieron una fuerza que no sabía que todavía poseía.
Todo fue mi culpa por no haber cuidado de el. Mi madre seguramente se sentiría mal por tener un hijo tan incompetente.

No puedo siquiera respirar. Siento una gran opresión contra mi pecho, un dolor insoportable que no puedo mantener dentro.

- Señor Makoto necesita descansar. Lo llevaremos a la finca mariposa.

- No quiero separarme de él.

- Entienda por favor~. No me aleje de él.

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Poco después me desmaye por el dolor que sentía.
Me desperté en al finca mariposa, dónde había muchos cazadores heridos.
Todos al parecer estaban casi incapacitados. Había muy pocos pilares que se encontraban ahí.

Y con el paso de los días, poco a poco los cazadores se marchaban. Algunos no sobrevivían y lamentablemente morían.
Cuando solo unos pocos quedaron en la finca, sus amigos llegaban y los visitaban con alegría. Hablaban sobre cosas triviales. Estaba atento a cada palabra que decían.

Cada día, pensaba que mi hermano entraría por la puerta y con una gran sonrisa se acercaría a mi; me daría un gran abrazo con todas sus fuerzas.

..Te extraño mucho..

El cazador de hielo (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora