ATRAPADOS

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MANSIÓN MALFOY

(Residencia de Londres)

El cuerpo rígido del rubio entre sus brazos la alertaron llevando su mano a la varita de inmediato.

-Draco...

Volvió a pronunciar la aparentemente tranquila voz entre la penumbra, tras tomar aire se zafó de sus brazos adoptando ese porte altanero que tenía frente a las personas.

Y a pesar de eso le hizo quitar la mano de su varita con suavidad con una sonrisa un poco nerviosa, teatralmente se giró levantando la varita encendiendo todas las velas.

-¡Madre! – guardó su varita en el bolsillo trasero del pantalón – creí que seguías en la mansión Black

-Necesitaba la soledad de mi casa – ladeó un poco la cabeza observando a la chica que se encontraba tras su espalda – ¿Acaso has olvidado tus buenos modales Draco?

-Por supuesto que no madre – le hizo una ligera reverencia, dando un medio giro tomó la mano de Hermione y le hizo caminar a su lado – madre, estoy seguro que recuerdas a la señorita Granger

-Señora Malfoy – inclinó la cabeza la castaña –

-Sí que me acuerdo – se levantó imitando el gesto de la castaña – no es que su visita me desagrade señorita, pero me permite preguntarle ¿A qué debemos su honorable presencia?

-Es mi invitada madre

-Creo que es de mala educación que respondas algo que no te he preguntado a ti cariño – levanta la mano pidiendo silencio al rubio – ¿Qué va a pensar la señorita de tú comportamiento?

-Pensaba que – se aclaró la garganta – que sería mejor que Draco respondiera en realidad – admitió apenada la castaña –

-¿De verdad? – pregunta entrelazando sus manos –

Era cierto lo que decía Draco sobre su madre.

Narcisa Malfoy Black no había perdido su porte en absoluto, la presencia que tenía hacía sentir pequeña a cualquier persona ante su presencia, pero si se le prestaba la suficiente atención se podía ver la carencia de brillo en sus ojos, las arrugas que comenzaban a enmarcar su rostro.

Las bolsas bajo sus ojos resaltaban en contraste a su pálida piel, el cabello estaba perfectamente peinado y a pesar de ello la falta de brillo en él era notable.

-Sí señora – agita la cabeza Hermione mirándole a los ojos –

-La última vez que nos vimos habíamos acordado en que me llamarías Narcisa, si mi memoria no se equivoca

-Cierto – cierra los ojos apenada – lo había olvidado

-O tu evidente nerviosismo – observó sus manos unidas – te jugó una mala pasada

Inmediatamente ambos se soltaron dando un pequeño paso de lado.

-¿Necesitan decirme algo? – les mira alzando una ceja – Me aventuro a decir que mi presencia en la mansión les cayó un poco de sorpresa

-Definitivamente me sorprendiste mamá – asiente –

-Lo mejor será que todos comamos algo antes de seguir con esta conversación

-¿Está conversación? – preguntó nerviosa la castaña –

-Alguien puede sufrir un colapso nervioso o un desmayo – les hablo de espaldas encaminándose al comedor – porque no crean que se podrán librar de mi curiosidad tan rápidamente

La pelinegra desapareció dejándolos ahí plantados a la mitad de la sala.

-Draco...

-¿Si?

-¿Tú mamá que tanto odia a los impuros exactamente?

-Hasta los huesos – le mira – es una Black

La castaña asiente pasando saliva de manera muy nerviosa

-¿Es un buen momento para que me des de alta?

-Me temo que eso no servirá de nada

-¡¿Planean dejarme esperando toda la noche?!

Sin darle tiempo a nada más, el rubio tomó la mano de Hermione encaminándose al comedor, en donde les esperaba su madre.

Serendipia (Saga Sempiterno, Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora