NAVIDAD, 1998
Dos semanas y media después.Desde la última vez que se vio con Draco, nadie fue a visitarla en esas dos semanas.
Graham desapareció y Draco...
Draco quizás, se estaba alejando.
Los Weasley pasaron la Navidad en el hogar de Bill y Fleur. Cuando la nutria de Hermione se apareció por la ventana de su habitación seguida de una lechuza, Amelia se cambió de ropa y se apareció para unirse a ellos.
Se quedó afuera en la nieve un momento mientras veía el contraste de nieve y mar. Estaba intentando preparase para ver a todos juntos, con sus parejas.
Busco una sensación de control.
Se quedó mirando la ventana de las habitaciones de arriba y ensayo mentalmente la noche.
Sería una navidad feliz, sin guerra, muy lejos de las navidades pasadas.
Todos ahora estaban más tranquilos y se daban la libertad para estar un poco más borrachos. No recordó si alguna vez estuvo en navidad con Draco. Juntos.
Amelia podía fingir los movimientos, sonreír, cantar villancicos, comer galletas de jengibre.
Respiró hondo y golpeó la puerta.
-¡Oigan! ¡Amy está aquí!— Ron gritó cuando ella entró.
Harry trotó a abrazarla y luego todos descendieron a abrazarla. Todos estaban de buen humor,
Felices y alegres. Le pusieron una tasa de cerveza de mantequilla en la mano y Ginny la guió hasta un sofá.Recibió otro jersey navideño de Molly, casi igual al de su última navidad con ellos.
Hermione sacó una caja y la dejó sobre una de las camas de las habitaciones por si alguien estaba demasiado ebrio.
Bill estaba sentado en un rincón, tranquilo mientras Fleur estaba sentando en su regazo. Ron y Harry estaban aplastados en un sillón hablando juntos.
—Amelia, querida, ¿Como estás? Me alegra tanto que hayas podido venir, Supongo que las profesoras de Hogwarts no tienen demasiado tiempo libre...
--Estoy bien, Molly—dijo—Gracias por preguntar, esto es, tan lindo.
Molly se retiró y fue a la cocina junto a George y Arthur.
Amelia representaba una profunda expresión de dolor muy lejos en sus ojos.
Dejó a Hermione por un segundo y fue a buscar a Ginny.
Ginny estaba de pie en el jardín creando bolas de nieve para lanzarlas luego en la guerra que harían con todos.
—Ginny— Amelia se acercó a su lado —Tengo un regalo de navidad para ti, se que siempre te preguntaste sobre esto en la escuela.
Amelia había comprando regalos para todos ese año.
—Yo tampoco interactúe demasiado en el mundo muggle,
Pero hace unos días fui y vi esto en una tienda y supe que tenía que dártelo. —Amelia conjuró una pelota desde su bolso —Es como las de Quidditch, pero es más liviana y solo se puedo jugar con los pies en la tierra. Es de Fútbol, es como el Quidditch de los muggles.Ginny abrió los ojos y sonrió con demasiada intensidad.
-¡Fred! ¡George! ¡Todos miren esto! —Su voz fue demasiado alegre y pateo la pelota con el pie y se emocionó enormemente.
Todos salieron a ver el regalo, Harry le ayudo a explicar las reglas del juego mientras Hermione reía.
Jugaron por horas hasta que Molly los llamó para la cuenta regresiva para navidad.
Todos se amontonaron en la sala, algunos tomados de las manos o abrazados.
Miró a todos con una sensación de desconcierto. Sentía como si algo le faltaba dentro de ella.
Todos estaban felices. Más de lo que había visto en muchos años.
No había guerra.
No había Voldemort.
Podían ser felices.
La alegría rebosaba dentro de la cabaña, era más que alegría, era una mezcla de alcohol, tranquilidad y felicidad.
Amelia sintió que podría estar enfermándose.
Pero no quería irse.
Ella se quedó en un rincón de pie como estatua, jugando con sus dedos.
Sus manos estaban temblando y su estómago revoloteaba.
Harry se acercó junto a Ginny la abrazaron. Estaban faltaba un minuto.
Todos miraban el reloj de la pared con entusiasmo.
Cuarenta
Treinta
Veinte
Diez
Cero.
Los gritos de alegría llenaron la pequeña sala, todos se abrazaron y luego la abrazaban a ella.
—Esto, esto es todo lo que siempre soñé. —dijo Harry después de dos minutos. —Esto es mi mayor regalo después de haberlo matado.
Hubo un largo silencio, se sentaron a comer y ella se quedó jugueteando con un trozo de pastel de manzanas con el tenedor.
—¿Solo eso vas a comer, Amelia?— preguntó Molly y la navidad de quinto año se le cruzó por la mente.
—Sabes que tu comida es la mejor, siempre lo será, pero...no tengo demasiada hambre...
Molly supo a lo que se refería.
—Las habitaciones de arriba están vacías por si quieres...Despejarte, un poco.
Molly se fue después de acariciarle el cabello.
El cuerpo de Amelia tembló y después de resistir cuarenta minutos en su asiento, subió a las habitaciones y se quedó abatida sentada en el borde de una cama.
Un golpecito.
Otro.
Otro y otro.
Una lechuza.
Para Amelia;
Feliz navidad...
DM.