Cuarenta y cuatro

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Graham Montague muere por asesinato.

Astoria Greengass la ex prometida de Draco Malfoy, amante de Graham Montague busca justicia.

El cuerpo de Graham Montague fue descubierto en su propia casa mientras esta se incendiaba.

Los Aurores investigan el caso, aparentemente, este no habría muerto por el incendio. Las marcas de tortura en su piel abrían sido la principal causa. Sus piernas estaban completamente en necrosis y maldiciones de ácido.

Draco Malfoy es el principal sospechoso, todos sabemos lo furioso que debe haberse puesto luego de que la hermana mayor Greengass revelara la verdad.

Pero, ha desaparecido.

Quizás por pura coincidencia, la profesora de D.C.L.A.O de Hogwarts, dio aviso a la directora sobre un descanso largo de su trabajo, luego de haber estado en coma en San Mungo por causas desconocidas. Aparentemente, ella está en Francia, visitando sanadores mentales por las secuelas de su incidente.

Pero, no podemos eliminar la idea de que esté junto a él, ayudándolo a fugarse.
***

Tres meses sin contactarse con nadie.

Ninguna carta. Ningún método de aviso.

Nada.

Amelia seguirá débil por al menos un año más, las maldiciones de Montague eran a largo plazo.

Tenía pensado matarla lentamente, pero fue intervenida su intención.

Ahora solo estaba débil.

El primer mes juntos fue aterradoramente inseguro. Draco se levantaba por la mañana a revisar las barreras y por la noche revisaba al menos tres veces que Amelia estuviera respirando y a su lado.

Al segundo mes comenzaron a cumplir las promesas que alguna vez se habían hecho. Besos de buenos días, afecto, protegerse, caminar juntos. Acostarse y dormir juntos.

Ella oficialmente era de él.

La falta de comunicación no fue realmente importante. Amelia tenía miedo. Aveces sufria pesadillas sobre aurores llevándose a Draco y ejecutándolo por asesino.

Siempre que soñaba con eso. Draco se despertaba y la hundía en su pecho.

Estoy aquí. Estamos bien. Estoy contigo.

Fue una rutina.

Ahora estaban caminando en el borde de el prado, Justo en donde a unos metros más abajo, comienza la playa.

Draco se detuvo y quitó su mano de la de Amelia. Ella se sobresaltó y lo miró

-¿Todo está bien?

El se quitó un anillo de el dedo meñique y lo deslizó sobre el dedo anular de Amelia. El aniño estaba perfectamente hecho para la mano de Amelia.

—¿Arde?— preguntó él,estudiando la mano pálida y afilada de Amelia.

—N-No...¿Que significa esto?

Él vaciló.

—Bien, ahora eres mi esposa.— dijo con un tono de calma mortal.

El siguió caminando como si nada hubiera pasado, Amelia lo miró extrañada y trotó un poco para alcanzarlo.

—¿Me acabas de pedir...Matrimonio?

—No. De hecho, ya estamos casados. Lo encante para que arda si tú no querías casarte, pero no ardió. Entonces, eres mi esposa ahora, simbólicamente, no podemos arriesgarnos a hacer una fiesta y traer a alguien del ministerio a la boda de un asesino.

—¿Estoy casada contigo? Es decir, ¿Realmente...

—Si.

Él miró hacia atrás y vio que se habían alejado demasiado, Le tomó la mano y la guió de vuelta hasta la casa.

Fue impactante, pero, se sintió bien.

No se sentía como un sueño. Era real. Podía oler la sal en el aire, el césped crujir y las olas de el mar. La mano de Draco estaba cálida y entrelazada con la de ella.

Y sin embargo, había un borde de paranoia que no podía deshacerse. Tenía que haber una grieta. Algo esperando. Una ruina inevitable que colgaba sobre sus cabezas.

El lugar se sentía como construido en hielo fino. Si se equivocaba, rompería y volvería a sumergirse en un mundo gris.

Cada paso. Cada respiración.

Cada toque y cada mirada.

Siempre perdía las cosas que amaba.

El mundo casi nunca había sido amable con ella. Mucho menos con Draco.

Siempre intentaba tocar a Draco cuando estaba junto a ella. Memorizando cada parte de el.

Como si fuera a despertar de un sueño profundo o quizás despertaría realmente de el coma y se encontraría en un mundo distinto. Sin Draco.

Memorizo la casa, el lugar, Draco.

Como si fuera a despertar.

Tenía miedo de despertar.

Draco le demostraba que no era un sueño. Pero, era demasiado para ser verdad.

No habían traumas profundos, pero, siempre había miedo.

El hielo era fino. Debía aprender a patinar sobre el.

—¿Que quieres que haga ahora?

Ella parpadeó —No lo se, lo que quieras, puedes hacer lo que quieras...Puedo encantar tu rostro si quieres salir...

—No se como hacer lo que quiera. Siempre estuve bajo órdenes.

—Yo tampoco. Descubriremos cómo es esto...juntos. Aparentemente tenemos el resto de nuestras vidas para resolverlo.

Cuando dejo de preocuparse demasiado por "despertar". Comenzó a leer los libros que Draco había comprando, estudiando para volver un poco más profesional a Hogwarts cuando las cosas estuvieran...un poco más tranquilas.

Minerva mantuvo el contacto con ella. Estaba dispuesta a dejarla volver.

Nunca dieron su ubicación exacta.

Tenían mucho tiempo.

Exploraron el lugar, caminaron por el pequeño pueblo muggle "cercano". Bajaron a la playa y Amelia se hundió en el agua hasta que el mar le llegaba a la cintura.

Se sentían las dos únicas personas en el universo. Escondidos. Juntos.

Durmieron... despertarían tarde y se quedaban en la cama hasta un poco más del el medio día.

Irían a caminar, Draco lanzaría diagnósticos sobre ella y estaría todo el día protegiéndola.

Leerían juntos y estarían sentados en el sofá al atardecer.

Desde la segunda semana viviendo juntos, la vida amorosa de Amelia y Draco habría avanzando tres pasos grandes.

Llevaba un tiempo sintiendo revoloteos en el estómago cuando lo veía.

No se sentían como mariposas.

—Quizás algún día podría declarar contra Graham, estarías libre. Y-yo puedo hacharme la culpa. Lo mate por abusar de mi y torturarme...Luego estuve inconsciente por una maldición en defensa que él me lanzó...

Draco pasó sus pulgares suavemente por el arco de sus pómulos y ella se estremeció.

—Y-Yo no se como voy a ser en el futuro...y no puedes quedarte aquí abatido por mi culpa...no soy buena en esto...yo, estuve la mayor parte de mi vida sola. Y hay personas definitivamente mejores que yo...

Apretó los labios contra su frente y acuñó el rostro de ella entre sus manos.

—Eres mejor que nadie. Y quiero quedarme aquí contigo, juntos. El mundo no te merece. Ni si quiera se si yo te merezca, pero quiero estar aquí contigo. Lili, estamos juntos al fin.

Darling Malfoy ; Parte DosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora