Capitulo 36

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Alexa

—Mira, estás pastillas son abortivas y efectivas necesito que las tomes.

—¡Aleja esa mierda de mí!—digo  a la defensiva manoteando su mano lejos de mi.

—¡Si este bebé no vive, yo tampoco lo haré!—sentencio firme.

—Trata de dormir—responde fríamente y sin mirarme sale de la habitación cerrando fuertemente la puerta.

—Estás equivocado si piensas que no tendré a mi bebé, prefiero matarte  con mis propias manos antes de complacerte—susurro con lágrimas en los ojos.

Maldito demente.

Espabilo al escuchar unos golpes en la puerta rápidamente paso la mano por mis ojos limpiando las lágrimas.

—Soy Abel—dice su voz grave detrás de la puerta —puedo pasar—pregunta.

De inmediato agarro las sábanas y cubro mi cuerpo temiendo que el vea las asquerosas  marcas que hay plasmadas en mi.

—Adelante—digo con la voz ronca

Abre la puerta e ingresa, viste una camisa blanca y unos pantalones negros, su cabello luce desordenado como si recién acabara de bañarse, luce fresco sin ninguna preocupación.
Fijo la vista en sus manos carga una bandeja llena de comida   la cual me entrega.

—No ha comido nada y eso le hará mal al bebé—hace una pausa y continua—Tiene que cuidarse.

El carraspea y desvía la mirada hacia mi cuerpo, hago lo mismo y noto que las sábanas se han deslizado dejando ver las mordidas y chupetones. Termino haciendo un desastre al querer cubrirme.

—¡Lárgate!—digo entre dientes.

El no se inmuta, puedo sentir su mirada sobre mí

—¡Que te largues!—grito tirando la bandeja al suelo.

Puedo oír sus pasos alejándose y luego la puerta ser cerrada. En un instante todo se suma en un silencio en una agonía que no puede desaparecer. Lucho por no llorar pero es imposible, no quería verme débil y vulnerable. Se que le contaré todo a mi padre. No quería que se enteraran de esto, no de esto..

—Estoy sucia mi cuerpo está sucio—hipo.

Saco mi cuerpo de la cama y me dirijo al baño, abro la ducha y dejo que el agua caiga sobre mi. Restrigiego mi cuerpo tratando de borrar la suciedad, tratando de borrar las marcas las cuales no desaparecen.

El agua sobre mis pies se empieza a tornar de un color rojo de inmediato empiezo a sobar mi cabello de manera desesperada quiero quitarle este color a mi cabello, tanto como sea posible. Después de un rato salgo de la ducha, seco mi cuerpo y me recuesto en la cama. Mi mente divaga en los últimos sucesos de estos días, tan aceleradamente.

Y si no hubiera ido a ese lugar, estaría aún con ellos?-con mi familia?-pienso en tantas preguntas que si tienen respuestas. Empiezo a llorar, me siento tan sola, siento un vacío en mi pecho. Quisiera gritarlo.  A veces hacer lo bueno, no resulta lo correcto.

Nuevamente golpes en la puerta, está se abre y luego veo a Abel.

—Te traje ropa—me pasa una blusa juntos a unos shorts y una panty.

Mi rostro se calienta. Estoy llena de vergüenza.

—Gracias —susurro quitando la mirada sobre el, me siento incómoda.

—En unos minutos Jeremy te quiere abajo, por favor trata de no provocarlo.—me obsera con lastima.

No respondo  solo me limito a quedarme callada, el da vuelta y se marcha sin decir alguna otra palabra.

Debo tratar de no provocar al hijo de puta y me he sacado todo el tinte del cabello porque le quiero joder la vida.

Suspiró cansada, sujeto las panty y me la pongo.

—¡Te has  sacado el color!—pego un grito a  escuchar la voz grave de Abel este cierra de inmediato la puerta al verme en paños menores.

Trato de regular mi respiración junto a mi corazon acelerado, me acerco a la puerta y le pongo seguro.

—No más sustos por el día de hoy—murmuro.

De inmediato me pongo la blusa y el shorts. Peino mi cabello y lo dejo suelto. Abro la puerta para salir de la habitación, me sorprendo al ver a Abel afuera de la puerta talvez esperando por mi,  en el camino no puedo quitar la mirada de su espalda, el me guía hacia el comedor donde observó a Jeremy sentado, el alza su cabeza fija su vista en mi, me observa de pies a cabezas en silencio se levanta de su asiento y a  pasos lentos se acerca hacia mi.

¡Paf!

Sujeto mi rostro adolorido, mis ojos pican y se llenan de lágrimas.

—¡Isabella!—me abraza.

—¡No soy Isabella y nunca lo seré!—me zafo de sus brazos.

—¡Soy tu sobrina Alexa, tu sobrina!—recalco cada palabra con odio.

Pero me calla con otra bofetada al instante me sujeta por el cuello y de apoco me va quitando el aire de mis pulmones, mis lágrimas se deslizan por mi rostro.

—¡Es suficiente, la señorita está embarazada!—interrumpe Abel dando un paso al frente.

—Es cierto—murmura Jeremy soltandome.

Toso fuertemente y respiro de manera acelerada, acarició mi cuello.

—Lo siento Isabella—trato de alejarme pero vuelve a abrazarme.—Sentemonos a comer, no peleamos más.

En silencio y con miedo de ser golpeada tomo lugar junto a el.
Observó cada movimiento que da, sujeta el tenedor y me da de comer al ver que no hago ningún movimiento.

Porque no termina con este juego de porquería.

En silencio me obligó a masticar y tragar, limpio las lágrimas que se deslizan por mi rostro. Muerdo el interior de mi boca en un intento de calmar las ansias que siento por querer agarrar el tenedor y clavarlo en su ojo. El estres, el miedo y la incertidumbre se apoderan de mi cuerpo. Me empieza a faltar el aire siento una presión en el pecho.

—Estas bien?—Jeremy sujeta mi cuerpo que ha empezado a temblar.

—¡No puedo respirar!—toco mi pecho de manera desenfrenada.

—Tranquila señorita, respire despacio—Abel se acerca a darme primeros auxilios.

—Quita tus sucias manos de mi esposa—gruñe Jeremy alejando las manos de Abel de mi cuerpo.

—Mantente alejado de ella si quieres seguir con vida—amenaza Jeremy sacándome del comedor.

Cierro los ojos y respiro con fuerza, siento mi cuerpo incómodo deseo jalar mi cabello o romper algo.
Doy un grito de frustración.





La hija pérdida de la Mafia✔+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora