Capítulo 4

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Besar a Damián...

Aquello que dije ayer ha estado rondando en mi mente continuas veces ¿Sería yo capaz de besarle si él fuera una chica? ¿O necesariamente no tiene que serlo para que eso pase?

Estás loco.

No, ya cálmate por favor. Deja de pensar en eso ahora mismo y apúrate en llegar donde el profesor dijo que nos debíamos encontrar este receso. Finalmente, llego a la parte trasera de la clínica del colegio, donde veo al profesor Carpio revisando su reloj.

—Buenos días profesor ¿Qué quería decirme?—digo en voz alta para que se de cuenta de que ya me encontraba frente a él.

—¡Ah! Buenos días, González—saluda mientras se muestra nervioso—. Ya debes saber para qué te he llamado aquí, es para hablar de... Tú y tus amigos me vieron con Angelina.

—Sí, usted estaba besándose con Peñaranda cuando los vimos—con esas palabras consigo hacer que el profesor se vuelva rojo por la vergüenza.

—Bueno, agradecería si ustedes llegaran a mantenerse callados.

—¿Y qué más?

—¿Qué más esperabas?

—No lo sé, tal vez una pequeña ayuda para mis amigos y yo...

—Lo siento, González, no puedo hacer eso.

—Entonces olvídelo, le diré a Louis que puede decírselo a todo el mundo si lo desea—digo mientras me doy la media vuelta.

—Joven, por favor. Su compañera y yo realmente nos encontramos muy a gusto juntos, he incluso pensado varias veces en pedirle matrimonio después de que termine el colegio. Es normal que los hombres tengamos nuestras enamoradas y...

—¿Y qué hay de enamorados?

—¿Qué?

—No, nada, olvídelo...

¿Qué acabo de preguntar? Debe haber algo mal conmigo.

—González, de verdad le suplico que guarde el secreto y que convenza a sus amigos para que no digan nada tampoco ¿Bien?

—Solo lo guardaremos si me contesta una cosa.

—Dígame.

—Profesor ¿Usted cómo supo que estaba enamorado?

—Ay, joven... No sabría cómo responderte, la verdad—dice después de un suspiro—. Solo creo que comienzas a notarlo en el momento en el que te empiezas a sentir ansioso con esa persona, tal vez cuando siempre empiezas a pensar en ella, cuando disfrutas verla sonreír... pero el amor es realmente impredecible, un día estabas tranquilo sin saberlo, y al día siguiente te das cuenta de lo indispensable que es esa persona en tu vida.

—Gracias profesor—le agradezco con una pequeña sonrisa—. Manténgase tranquilo, no le diré a nadie y convenceré a Louis para que cierre la boca.

—Muchas gracias, González—responde mostrando una expresión aliviada.

Empiezo a dirigirme al patio principal del colegio para reunirme con mis amigos, quienes me esperaban en el redondel en el que solemos sentarnos.

—¿Y qué pasó? ¿Hablaron de "eso"?—pregunta Louis, quien se levanta para acercarse a mí.

—Sí, hablamos sobre eso.

—¿Y entonces?

—Bueno, Louis, se te agradecería mucho si no dices nada sobre lo del profesor ¿De acuerdo?

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