Capítulo 30

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Ya llegó el lunes, lunes de pereza, lunes de tristeza... lunes de tortura.

Siento que he tenido más de mil ojos sobre mí hoy, y odio esa sensación ¿Ahora soy un fenómeno de circo? ¿Por qué todos me miran así?

De repente siento que alguien toca mi trasero, lo cual hace que de un pequeño salto y gire para ver quién era.

—Se giró a ver—dice aquél chico entre risas para después irse.

Solo quería molestarme...

—Me pregunto cómo se sentirá ser marica—dice uno de los chicos que pasa cerca de mí lo suficientemente algo para que lo escuche.

—Los gais tienen al diablo adentro.

—Le debe gustar abrir las piernas...

—Me pregunto si sus padres habrán sido primos.

—Su madre dio a luz a un homo asqueroso.

—¿Qué tan grande te gusta, eh?

Sorprendentemente, este chico es la primera que se atreve a pararse frente a mí y decirme algo en la cara, no lo hace como los demás, que solo dicen algo cuando pasan a mi lado y sin verme a los ojos.

—No molestes, Coelho—digo con el ceño fruncido.

—Hoy te veo caminando de manera extraña... ¿De verdad te sentiste con ánimos de hacer cosas así cuando estabas en problemas?

—Tú debes saber mejor que nadie que la situación de Damián y la mía está muy jodida en este momento, debes estar disfrutando de saber lo mucho que me han golpeado a tal punto de que ni siquiera pueda caminar bien.

—¿Quieres la verdad? Sí, estoy disfrutando esto—contesta con una sonrisa burlona—. Pero quién sabe, esto tal vez no hubiera pasado si tú te hubieras comportado bien conmigo desde el inicio.

—Si no fueras el hijo de la directora, te juro que me hubiera encantado golpearte en la cara.

—Míralo, sigue comportándose agresivo después de todo—comenta entre risas para sí mismo.

—Te dejamos por cinco minutos para ir al baño y ya te están molestando—dice Louis, quien se acerca rápidamente a nosotros junto a Jack.

—Debes estar muy feliz con tu novia ¿Dónde la dejaste, por cierto? Puedo intentar conquistarla mientras no estás cerca—le advierte Coelho con una media sonrisa.

—No tiene por qué estar conmigo todo el día, ella también puede estar con sus amigas—le contesta mientras frunce el ceño—. Ella no te va a hacer caso, la complazco más de lo que tú podrías.

—Mejor vámonos—sugiere Jack.

Empezamos a alejarnos de allí, dejando solo a Coelho, quien nos sigue observando como si en cualquier momento nos fuera a aniquilar. Una vez que nos encontrábamos lo suficientemente aislados de todos, paramos y nos sentamos en el suelo, con la espalda pegada en la pared. Hoy nos quedamos sin redondel.

—Al final Damián no vino hoy en la mañana, ni tampoco en la tarde...—comento después de un suspiro.

—Lo deben tener en su casa como si fuera un preso—dice Jack.

—Frank ¿Pudiste hablar con Damián desde el viernes?—pregunta Louis, quien muestra preocupación en su rostro.

—Pude hablar con él el viernes, por unos pequeños segundos pude oír su voz. Si tan solo su madre no hubiera cortado la llamada...

—Sabes que la madre de Damián es algo... A veces dicen que ella está loca, ella tiene una forma de comportarse un poco peculiar—interviene Jack.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora