Capítulo 18

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No sé qué hacer. Les dije que traería una chica a la casa, pero no tengo idea de a quién podría llevar. No quiero involucrar a mis amigas, es decir, las amigas mujeres que tengo ya tienen novio, y no les va a beneficiar para nada fingir tener uno más. Dam está intentando ayudarme a pensar en algo, pero realmente no se nos ocurre nada productivo.

Dios, me quiero matar...

Incluso Jack nos ha estado evitando desde que ayer nos vio besándonos, pero realmente debió haber quedado muy impactado, no se ha acercado a nosotros para nada, y tampoco ha dejado que Louis se nos acerque.

—¿Ya pensaste en algo?—pregunta Damián—. No quieres involucrar a tus amigas ¿Entonces qué hacemos? No es como si le pudiéramos pedir a Jack que se disfrazara de chica.

—Lo sé, lo sé...

—No debiste haber dicho que llevarías a una chica, idiota.

—¡Dios, ya sé!—exclamo mientras frunzo el ceño, sin embargo, la frustración que sentía se convierte al instante en alegría al venirme una idea a la mente.

—¿Qué pasa? ¿Se te prendió el foco?

—Como nunca antes—respondo entre risas—. Dam, primero que nada, no me mates.

—Esto no me gusta ¿Qué tienes en mente?

—Creo que podríamos... no sé, tal vez involucrar a dos personas más—sugiero, no sin sentirme inseguro por cómo podría reaccionar Damián ante mi propuesta—. Si le decimos a Patas de pato y a Peñaranda, no habrá ningún problema ¿No?

—No, sí que hay un problema ¿En qué crees que puede ayudarnos decirles? ¡Terminaremos siendo colgados por la directora si es que el profesor Carpio le cuenta sobre lo nuestro!

—Él no hará eso.

—¿Cómo lo puedes asegurar?

—Dam, confía en mí ¿Sí?

—No lo sé.

—Por favor, te juro que no pasará nada malo.

—Frank, si algo sale mal, te voy a matar ¿De acuerdo?

—Sé que no quieres que más personas se enteren por ahora, pero te prometo que todo saldrá bien, ellos no nos van a exhibir.

—Bien...

—Dam, necesito ir ahora mismo a hablar con el profesor. Te tengo que dejar solo, lo siento.

—¿Justo ahora?

—Sí, perdón. Pero si puedes, intenta interactuar con Jack y Louis.

—Entonces haré eso mientras tú hablas con Patas de pato.

—Te veo luego—digo mientras me alejo del redondel en el que estábamos sentados.

Sí, sí, habíamos estado en el patio central ¿Por qué? Porque un profesor, cara de cojudo, vio que estábamos yendo hacia la parte de atrás del colegio y dijo que si nos veía allí más tarde, no solo obtendríamos una llamada de representante.

Me dirijo a toda prisa hacia Patas de pato, a quien veo pasar por los pasillos con su portafolio.

—¡Profesor, profesor!—exclamo para captar su atención.

—González, dígame—responde él mientras se acomoda los lentes.

Patas de... ¡Profesor Carpio!—corrijo al instante—. Necesito pedirle un favor, de verdad es importante.

—Te dije que no les subiría las notas por guardar el secreto, pero si se trata del consejo del otro día... ¿Y cómo vas con eso del amor? ¿Ya conseguiste a tu enamorada?

—Es con lo segundo, y gracias por hacerme dar cuenta de lo que sentía.

—No hay de qué, González. Y dígame ¿Cuál es el problema, entonces?

—Profesor, usted no es sapo ¿Verdad?

—González...

—¿No puedo hablarle así? Creí que éramos amigos, como ahora sabemos cosas del otro...

—Podemos considerarnos amigos, pero en este lugar se supone que soy tu profesor.

—Bueno, pero respóndame ¿Sí? ¿Es sapo o no?

—No, no, no lo soy—responde después de un suspiro.

—Y usted es de mente abierta, apuesto a que sí ¿Verdad?

—Perdón, pero no entiendo a qué quieres llegar.

—Profesor ¿Está bien si en vez de tener enamorada tienes un enamorado?

Al soltar aquellas palabras, dejo frío al profesor por unos segundos, él estaba tan sorprendido que incluso casi deja caer su portafolio al suelo, pero reaccionó antes de que eso pasara.

—González ¿Te gustaría entrar al curso conmigo y hablar de esto allí, en privado?

Asiento con la cabeza ante su propuesta. No demoramos mucho en entrar al aula, donde el profesor cierra la puerta con seguro, y después se sienta en el escritorio. Aún se muestra como si estuviera analizando mis palabras, definitivamente él no esperaba que le fuera a decir algo como eso.

—¿Me va a decir maricón? Ahórrese las molestias, ya mi amigo se encargó de hacerlo.

—González, no voy a hacer eso, pero mira...—se queda en silencio por un par de segundos, luciendo frustrado por no saber qué decir—. No soy experto en estos temas, pero... Bueno... Ah... ¿Qué quieres que te diga? Mira, chico, no diré que estoy cómodo con lo que acabas de decir, pero tampoco puedo hacer magia para cambiar tu sexualidad ¿Qué quieres que haga con lo que me estás diciendo?

—Profesor, necesito que me preste a su novia.

—¿Qué tiene que ver Angelina con esto?

—Mire, estoy en una situación de vida o muerte en estos momentos. Mis padres acaban de romper un compromiso en el que estaba metido y quieren ver cuál persona impidió que me case con mi ex prometida ¡Pero claro que van a perder la cabeza si les llevo a un hombre! Además, queremos mantenerlo en secreto por más tiempo, ya sabe, por lo de los prejuicios y todo eso.

—¿Te arreglaron un matrimonio? Ya nadie hace eso hoy en día.

—¡Eso es lo que les decía, pero no escuchaban! Bueno, yo les dije que traería a mi pareja el jueves, así que pensé... ¿Podría prestarme a Angelina por ese día? Y sería genial si lo hace por más días, por si acaso.

—No lo sé, González.

—Profesor, usted necesita encubrir su relación con una estudiante, yo necesito evitar que se enteren de mi relación con un chico ¿Entonces no salimos los dos beneficiados? Nuestros secretos se mantendrán a salvo si hacemos esto, nadie nos descubrirá.

Patas de pato, digo, el profesor Carpio piensa en silencio por unos segundos, pero finalmente responde después de un suspiro.

—Solo por ese día, el jueves.

—¿Tan poco? Dios, profesor, colabore ¿Sí?

—Te dije que solo por ese día, después de todo esta es mi última semana en el colegio y ya no tendré que molestarme tanto en ocultarlo.

—Espere ¿Va a renunciar?

—Sí, aquí pagan muy poco. Iré a enseñar a un colegio vecino, una vez allí, no habrán tantos problemas si se enteran de que salgo con Angelina.

—Entiendo... Bueno, fue un gusto tenerlo a usted como educador, y como amigo también si es que lo puedo considerar de esa manera.

—Igualmente, González. Con respecto a lo de antes, no necesito que encubran más mi relación, pero le pediré que te ayude porque te compadezco y no me gustaría verte en una situación demasiado complicada—dice mientras se levanta del escritorio para después dirigirse hacia la puerta y abrirla, dándome paso a salir del aula—. Fue un honor que me hayas contado tu secreto, no diré nada, así que no te preocupes.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora