Capítulo 8

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¡Me siento tan feliz esta mañana! El haber podido empezar una relación con Damián me hace sentir muy bien. Saber que ahora estaremos juntos en las buenas y en las malas, que no tendrá ojos para nadie más además de mí, que me ve y toca de forma diferente que a los demás... Amo esto.

Ya lo extraño, quiero volver a verlo.

—Frank—es lo primero que dice mi papá al abrir la puerta de mi dormitorio—. Miranda está aquí, vamos.

Al escuchar eso, por un momento me quedo de piedra. Se supone que ella viene los domingos, no los sábados. Supongo que la trajeron sin avisarme para que no me escapase.

—¿Miranda está aquí?

—Sí. Antes de venir a la sala cámbiate de ropa, por favor.

Después de decir eso cierra la puerta. No tardo mucho en escucharle hablando con las visitas, sacando sus chistes, haciéndolos reír a todos.

Empiezo a cambiar mi atuendo sin evitar escuchar ciertos comentarios que realizan afuera: "La boda debería ser cuando se gradúen", "Quiero que nos den muchos nietos", "Miranda se vería hermosa en el vestido de novia". Muchas eran las cosas que decían.

Al terminar de alistarme me paro por un momento frente al espejo, resulta que estaba poniendo mala cara sin notarlo. Doy un suspiro y salgo de mi cuarto para dirigirme a la sala, donde los invitados me recibieron con una sonrisa y muchos cumplidos.

—¿Y cómo has estado? Hace mucho que no te veo—comenta el señor Verdugo, quien está abrazado del brazo con su esposa.

—Bien, gracias por preguntar, señor Verdugo ¿Y cómo han estado usted y su esposa?

—¡Ya te he dicho miles de veces que me llames Oscar!—dice entre risas—. Pero gracias por preguntar, Ana y yo hemos estado muy bien.

—Frank ¿Verdad que Miranda se ha puesto muy guapa? ¡Mira lo bien que se ha arreglado para venir a verte!

Después de ese comentario de mi padre, dirijo mi mirada hacia Miranda. Veo que lleva un vestido rojo y con lunares blancos, en la cabeza trae una diadema para que el cabello no se le venga a la cara, y también noto que se ha puesto algo de maquillaje. La termino viendo directamente a los ojos, al instante ella me muestra una sonrisa e intento hacer lo mismo para no parecer tan grosero, pero al final solo termino haciendo una mueca algo extraña.

—Ellos de verdad son muy atractivos, se ven bien juntos ¿Dicen que sus hijos van a ser igual de guapos?—pregunta mi padre.

—¡Por su puesto que sí! Y tendremos a los nietos más hermosos del mundo.

—Ana y yo vamos a la cocina a preparar algo de comida—interviene mi madre.

—Está bien—responde mi padre mientras ellas empiezan a adentrarse al cuarto en donde se encuentra la cocina—. Oscar ¿Tú crees que deberíamos seguir ahorrando para comprando una casa?

—¡Sí, deberíamos! ¿Qué tipo de casa les gustaría?

—La decisión es de Frank. Quiero que él se sienta cómodo en el ambiente en el que viviremos ¿Qué tipo de casa quieres, Frank?

—La verdad es que me da igual.

—Pero debe haber alguna que te guste más—comenta Miranda.

—Solo compren lo que quieran, realmente no me importa mucho el tipo de casa que sea ¿No es todo lo mismo? Todas cumplen la misma función.

—Oye, Frank...—susurra mi padre mientras me observa son el ceño fruncido.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora