Capítulo 23

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Louis tampoco nos habló hoy, pero notamos cómo nos veía desde la distancia. Al parecer, si estamos en malos términos con él, también nos quedaríamos sin medio de transporte para las clases.

Jack dijo que nosotros podíamos caminar a casa juntos, pues su casa está para otra dirección. Es por ello que Damián y yo estamos solos, caminando en oscuridad, tomados de las manos tranquilamente sabiendo que nadie nos vería.

Desde que ayer vi cómo Damián había estado enloqueciendo todos estos años, no soy capaz de verlo de la misma manera. Lo sigo amando, pero... me siento muy mal por él. Cuando lo veo a los ojos solo soy capaz de pensar en lo idiota que fui al no haberme dado cuenta antes de su estado. Él me mira tan alegremente, pero para mí ahora es difícil hacerlo sin pensar en todo su problema. Él piensa que todo está bien, que no ha sucedido nada extraño, pero solo yo sé que algo anda mal.

—¿Qué crees que sea de nosotros en el futuro?—pregunto.

—Pues nos mudaremos a una casa rústica, en las montañas, como tú querías—responde con una media sonrisa—. Podríamos tener un perro, cuidaremos de un enorme jardín, podremos hacer todo lo que queramos en ese lugar, incluso pasear de la mano sin necesidad de que la oscuridad nos esté cubriendo.

—Es cierto—su último comentario de una u otra manera consigue sacarme una sonrisa.

—Perdón que lo meta de repente, pero... ¿Tú crees que a Miranda le agradaría Lolo? A pesar de que se tuvo cierta situación, no me parece una mala chica, y el conocer a Lorenzo tal vez la haga feliz.

Él de verdad no tiene idea...

—Sí, tal vez se lleven bien.

¿Pero qué pasaría si le digo que Lorenzo es una alucinación suya? Tal vez... sería mejor evitar decirlo por ahora.

Nos toma por sorpresa una familia que estaba caminando por la misma parte que nosotros y con una linterna, así que nos apresuramos en soltarnos las manos. No puedo evitar prestarles atención, pero por una razón en particular: la niña. Parecía que tenía entre seis y siete años, iba con dos coletas, un vestido blanco y una gran sonrisa que hacía que se vea incluso más radiante. Ella reía mucho ya que su padre la estaba cargando sobre sus hombros, incluso tenía un chupete de frutilla en la mano. Solo pude pensar una cosa:

—Cuando tenga hijos, quiero una niña—digo sin evitar mirar hacia atrás, esa familia ya estaba algo lejos de nosotros.

Intento nuevamente tomar la mano de Damián, pero este no me deja hacerlo. Miro a su rostro un poco confundido, esperando a que me diga qué le molestaba.

—Si tuvieras una hija... ella seguro sería muy bonita, lo sacaría de ti ya que tú también eres atractivo—dice aquello mostrando una expresión algo desanimada.

—Si sale bonita sería por ti, porqué tu eres muy gua...—me detengo al instante al darme cuenta de lo que estaba diciendo.

Claro, es cierto, por eso él había puesto esa cara... Había olvidado que no podremos tener hijos, Dios.

—Perdón, no estaba pensando cuando dije eso—me disculpo con él tan rápido como me di cuenta.

—No importa...

—De verdad lo siento, en serio lo había olvidado.

—Entiendo, así que tranquilo.

A pesar de decir eso, luce realmente frustrado...

—Damián, yo te quiero y mucho.

—Y yo también lo hago.

—Sé que no tendré hijos, pero eso no importa, tenerte a mi lado es más que suficiente, para ser feliz no necesito nada más que a ti mismo.

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