—¡Patas de pato!—gritamos todos al unísono desde la ventana del carro.
¿Cuándo nos enteramos de que el profesor Carpio estaba saliendo con una estudiante en secreto? Ahorita mismo que pasamos en el carro mientras lo veíamos besándose con una compañera al frente de la casa del mismísimo profesor.
¿Y por qué Patas de pato? Porque camina como si fuera uno.
—Oigan, el profesor nos vio con una cara de susto tremenda—dice Louis entre risas.
—¿Ese era un profesor de ustedes?—pregunta el padre de Louis, quien va manejando el vehículo.
—Sí. Y lo que me sorprende más es que estaba con Peñaranda—contesta sin evitar mirar nuevamente hacia atrás por la curiosidad de saber si el profesor seguía allí—. ¿Saben lo seria que es esa chica?
—Por su puesto que lo sabemos, si es nuestra compañera también—respondo.
—Bueno, mejor no comenten nada de esto en el colegio—interviene nuevamente el padre de Louis—. Esto puede afectarle bastante al profesor si la directora se entera ¿Entendido?
—Sí, sí. No íbamos a decir nada después de todo—responde su hijo, quien sigue intentando ver al profesor Carpio.
Jack, Damián y yo nos miramos entre nosotros al escuchar a nuestro amigo decirle aquella oración a su padre. A los tres en el colegio generalmente nos tachan de escandalosos, pero todo el mundo sabe que no hay nadie con la boca más floja que Louis.
—Bueno muchacho, aquí te bajas tú ¿Verdad, Frank?—pregunta el señor Molina, quien para el carro frente a mi casa.
—Sí señor. Pero Damián se va a quedar también conmigo hoy.
—¿De verdad?
—Sí, yo me bajo con él.
—Bien, entonces solo tengo que ir a dejar a Jack en su casa. Los veo mañana, jóvenes—dice mientras baja del vehículo para después abrirnos la puerta trasera.
—Gracias, señor Molina—digo mientras bajo del carro.
—No hay de qué—responde él con una amigable sonrisa.
—¡Hasta mañana!—dicen Louis y Jack, quienes siguen en el vehículo.
—¡Hasta mañana!—decimos Damián y yo mientras nos despedimos con la mano.
No tardamos en entrar a mi casa, donde mi mamá nos esperaba con dos tazones con caldo de bolas de verde. Olía tan bien que no dudamos en empezar a comer rápidamente.
Y aunque es molesto salir tan tarde del colegio (Alguien que me diga la razón por la que salimos a las siete y media de la noche), también hay algo que me gusta. Los padres de Damián trabajan hasta tarde y no les gusta que él se quede solo, por lo que lo dejan quedarse en mi casa tantas veces como queramos en la semana. Aunque claro, también tenemos que avisarles a sus padres y a los míos si ese día se queda en mi casa.
¡Y por su puesto que se me hace genial tenerlo aquí!
Al terminar la merienda, mi madre dijo que nos vayamos sin preocuparnos por los trastes sucios. Y claro que corrimos hacia mi cuarto al escuchar eso.
Nos echamos en mi cama mientras se escuchaban nuestras respiraciones agitadas y veíamos el ventilador colgado en el techo. Así como empezó también a sonar las gotas de lluvia golpeando el tejado, decidimos que debíamos ir a bañarnos.
Damián fue el primero en tomar una ducha, después seguí yo. No demoré mucho, pues realmente tenía ganas de hacer nuestra actividad favorita.
—¿Tienes los periódicos?—pregunto mientras me siento en el suelo frente a él, aún secándome la cabeza con la toalla.
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Eternity
RomanceEternity no es un nombre común y ella lo sabe perfectamente, pero está encantada con él porque puede tener una linda frase con su pareja gracias a este. Ella quiere la aprobación de su padre, la primera persona de su familia con la que saldrá del cl...