Capítulo 22

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Al despertar no había nadie a mi lado, lo cual me dejó un poco frustrado. No sabía exactamente qué hora era, pero podría decir que eran entre las tres y cuatro de la madrugada ¿Será que Damián se levantó para ir al baño?

Me levanto cuidadosamente, pues sentía algo de dolor en mi cadera. Me pongo una camiseta y un short ya que solo estaba con mi ropa interior, y salgo de la habitación de Damián para ir a buscarle.

Después de varios minutos, no lo puedo encontrar por ningún lado, entonces tal vez ni si quiera fue al baño ¿Y sí...?

Mis pensamientos son interrumpidos al escuchar la voz de Damián, no venía de ningún lugar dentro de la casa, sino del patio de esta ¿Pero qué hacía afuera a estas horas?

Podía abrir la puerta e ir a donde él estaba, podría cruzar al patio, pero cierto sentimiento no me dejaba ir allí. No eran nervios ni vergüenza, tan solo una mala impresión.

—Fue tan increíble lo que anoche, no puedo creer que lo hice con Frank—es lo que puedo escuchar por mis esfuerzos de entender más claramente lo que decía—. Se veía muy sexy, te lo juro. Sí, sé que me dijiste que no debería estar con él, que no me conviene, que me traerá problemas, pero de verdad lo amo ¿Me puedes entender, Lolo?

¿Lolo? ¿Está hablando con el estafador que se está haciendo pasar por Lorenzo? ¡Ay, Dios!

—No, tal vez no me comprendas. Pero oye, él de verdad es muy bueno, puede que no lo recuerdes mucho porque no lo ves desde hace años, pero planearé una reunión para los tres pronto.

 Bien, ya no aguanto a este estafador.

—Damián ¿Con quién hablas?—es lo primero que le pregunto al abrir la puerta que daba paso al patio.

Curiosamente, no puedo ver allí a nadie más que a Damián. Él estaba sonriendo y mirándome como si dijera "Te lo dije", no entiendo.

—Estaba hablando con Lolo ¿Ves? Te dije que no era un estafador, que era él.

Pero si... yo no veo nada.

—¿Dónde está Lolo?—pregunto mientras busco con la mirada.

—¿Cómo que dónde? Si lo tienes frente tuyo, a mi lado.

—Damián, no veo nada.

—Necesitas lentes, loco—dice entre risas.

Algo definitivamente no está bien, no es posible que él ande viendo cosas que no son.

—Damián ¿Podemos entrar?

—¿Por qué? Hablemos con Lolo, él piensa que no eres tan bueno como digo, así que hablemos un rato con él para convencerlo.

En ese momento recuerdo a aquella mujer, la que hablaba como si estuviera conversando con alguien a pesar de estar sola, la que me llamó "vecino", la que necesita tomar su medicina... No puedo relacionarlos, esa mujer está loca, Damián no puede... es imposible.

—Sé que te gusta hablar solo, pero fingir que hay alguien al frente tuyo... No creo que deberías hacer eso, Dam.

—Loco ¿Cómo que fingir? Tenemos a Lorenzo al frente ¿No lo entiendes?—esa es su respuesta ante mi anterior oración, no evito notar la pequeña sonrisa dibujada en su rostro.

—Júralo.

—Te lo juro ¿Es en serio? ¿No ves? Cuando vuelvas a tu casa dile a tu padre que te lleve al oftalmólogo.

Vaina...

—Damián ¿Hace cuánto Lorenzo volvió a aparecer?

—Bueno, el viernes pasado mostró su verdadero rostro, pero si contamos el tiempo en el que me estuvo ocultando su identidad... tres años.

¿Tres años?

—¿Y por qué nunca me lo mencionaste antes?

—Porque él dijo que tal vez tú podrías pesar que estaba mal de la cabeza.

—¿En serio?—respondo con una risa un poco nerviosa.

Dejo de hablar y empiezo a escuchar un poco más la conversación que Damián tiene con Lolo, o bueno, consigo mismo en realidad. Era confuso, no entendía mucho porque de vez en cuando me parecían cosas raras las que Dam decía, de repente solía cambiar de tema y eso me confundía.

Ver que Damián está así... me pone triste. Quiero llorar, no pensé que algo así podría suceder con él, y me parece horrible que habiendo estado tantos años a su lado, no me diera cuenta hasta ahora. Soy de lo peor, Dios.

No quiero decirle a nadie sobre esto ¿Qué pasa si lo envían a un manicomio o algo por el estilo? ¿Qué pasaría si en ese lugar no tratan bien a sus pacientes? Definitivamente no quiero que lo envíen allí, no podría soportar estar separado de él pensando que allí lo pasará mal. Yo puedo cuidarlo, yo podría hacerlo mejor que esos doctores, de una u otra manera haré que deje de ver todas esas cosas.

—Frank ¿Qué tienes?—pregunta Damián, quien se acerca a mí para secarme las lágrimas que habían caído.

Dios, ya estoy llorando...

—Damián, yo realmente te amo—digo sin poder evitar sollozar—. Te quiero mucho, realmente mucho, no quiero que nada malo te pase, y yo intentaré ayudarte para que mejores.

—Frank, no sé qué mosca te picó hoy—responde entre risas—. Yo también te amo, Frank, y gracias por preocuparte por mí, aunque no me parece que esté pasando algo como para que hables así.

—Damián...

Antes de que pudiera terminar mi oración, él se apresura a llegar a mi boca para depositar un pequeño beso en mis labios, y mirarme después con una sonrisa cálida.

—No sé en qué estás pensando exactamente, pero no llores. Así como no te gusta verme mal, a mí tampoco me gusta verte triste.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora