Capítulo 28

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—No puedo creer que hoy nos saltamos las clases solo para venir aquí—dice Damián entre risas, quien se encuentra todavía hecho en la cama a mi lado.

—Pero lo disfrutamos mucho, definitivamente fue mejor que ir a las clases—contesto con una sonrisa, no sin evitar abrazarlo—. ¿Verdad que mi idea fue increíble?

—Frank ¿Pero de dónde sacaste el dinero para venir?

No puedo evitar reír al escuchar su comentario, lo cual hace que muestre en su rostro intriga.

—Ayer después de reconciliarnos con Louis, cuando nos dejaron solo por un rato... me dio un poco de dinero, dijo que lo usara para algo "nuestro", y que lo disfrutemos.

—No hablas en serio...—dice eso mientras tanto su rostro como sus orejas se pongan coloradas—. ¡Qué vergüenza!—exclama entre risas.

—Tú también lo hubieras tomado y hecho lo mismo, no lo niegues—comento con una media sonrisa.

—Tal vez, quién sabe...

—¿Sí ves? Ya lo sabía.

—Frank ¿Crees que alguien que conocemos nos pudo haber visto entrar aquí?

—No lo creo. Eché un ojo antes de entrar y no había ningún rostro familiar.

—Literalmente, si alguien nos hubiera visto, tendríamos muchos problemas.

—Tranquilo, Damián, no es como si el que atiende a los clientes aquí se fijara mucho en quien entra y sale de este lugar.

—Tal vez tengas razón—dice después de un suspiro, mostrando una expresión calmada en su rostro—.¿Vamos a ir a las clases de tarde o vamos a pasar aquí todo el día?

No puedo evitar mostrar una sonrisa un poco tonta y un leve sonrojo ante sus palabras.

—Quizá deberíamos ir a las clases por la tarde, ya sabes, no queremos perdernos demasiado con la clase y esas cosas...

—Entonces deberíamos apurarnos y alistarnos.

Después de aquella conversación, Damián me regala un beso en la frente para a continuación levantarse de la cama y dirigirse a la ducha. Yo también me levanto y lo sigo. Ya saben, hay que ahorra agua.

Al terminar la ducha, y al habernos puesto el uniforme, nos dirigimos a la salida del motel. Al ver que no había nadie cerca, empezamos a caminar sin problemas, riendo e intercambiando varias palabras.

Cuando salimos del hotel era más o menos la una de la tarde. Las clases suelen terminar a la una y volver a retomarse a las dos y media para darles tiempo a los estudiantes de almorzar y hacer cualquier cosa que necesiten.

En el momento que ingresamos al colegio, la persona que vemos es a Coelho, quien nos muestra una sonrisa un poco escalofriante. Hubiera preferido evitarle, pero se acerca a nosotros con un saludo.

—¡Hola, bujarrones!—nos saluda con una sonrisa que nos llegó a incomodar—. ¿Qué pasó? ¿Dónde estaban en la mañana? ¿Por qué no vinieron a las clases más temprano?

—Muchas preguntas, no tengo ganas de responderte ninguna—contesto mientras lo miro con mala cara—. Oye ¿Y qué es eso de "bujarrones"?

—¿No saben lo que significa esa palabra?

—No, en realidad, no, es por eso que te estamos preguntando—dice Damián.

—Bueno, pues lo descubrirán pronto—responde entre risas.

—Frank ¿Tienes diccionario?

—No, sabes que nunca lo cargo.

—Oh, es cierto, lo había olvidado...

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