Capítulo 32

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Tomo las manos que estaban rodeando mi cintura, las cuales al tocarlas no tardo en reconocer de quienes eran. Al voltear mi cabeza, me encuentro con un chico pálido, quien se encontraba encapuchado para evitar que lo reconocieran, mostrando agonía en aquellos ojos color avellana que tanto me gustaban.

En ese momento no importaba que hubieran tantas personas cerca de nosotros, mi cabeza me ordenó abrazarlo fuertemente en ese instante, sin importarme las miradas y susurros a los alrededores. Ni siquiera él se negó, también me sostuvo con fuerza entre sus brazos. Creí que yo sería el único en llorar, pero sus sollozos empezaron a escucharse también. No me resisto más, y finalmente, lo beso sin dudarlo ¿Por qué no debería? ¡Lo extrañé tanto! ¡Estamos en todo nuestro derecho de hacer esto al ser una pareja!

—¡Mierda! ¿Viste eso? ¡Se besaron!

—¿Es ese Damián?

—Luce como si hubiese escapado de casa.

—Los gais de verdad están tan locos...

—¿Cómo pueden hacer eso en público? Qué sucios.

—¿Deberíamos avisarle a algún maestro para que llame a sus padres?

—Creí que no los dejarían verse nunca más.

—Hay que enviarlos a un manicomio.

Muchas eran las personas que en este momento estaban comentando y rodeándonos, pero de verdad no importaba eso ahora. La felicidad de saber que Damián estaba bien, y tener al menos este pequeño contacto físico con él, hacía que todas las preocupaciones se vuelvan diminutas.

—¿Damián? ¿Qué haces aquí? Creí que te tenían encerrado—se expresa Louis mientras se lo ve confundido.

—Y lo estaba, pero aproveché que olvidaron ponerle seguro a la puerta que llevaba al jardín, y escalé la reja para cruzar y poder venir a ver a Frank—dice mientras me mira como si fuese una piedra preciosa—. Frank, no sanes de verdad cuánto te extrañe, anhelaba todos los días con poder escucharte y verte, sentía que iba a morir si pasaba un día más sin ti...

—Damián, tú también me hiciste mucha falta, juro que hubieron momentos en los que pensaba en ir a tumbar la puerta de tu casa para poder verte.

Louis y Victoria intercambia miradas por unos breves segundos, a continuación, mete su mano en su bolsillo y saca todo el dinero dentro de él para ponerlo en el bolsillo de mi pantalón.

—¿Pero qué...?

—Les daré mi dinero, disfruten todo lo que puedan, salgan a una cita como lo haríamos Victoria y yo, no teman expresar su afecto en público... Hoy no se centren en los demás y sus opiniones, este día será única y exclusivamente dedicado a que lo disfruten—mientras dice aquello, la gente se empieza a acumular más a nuestro alrededor ¡Sí que son morbosos!—. ¿Qué esperan? ¡Vayan!

Le regalo una pequeña sonrisa a Louis y acompañada de un "Gracias". Tomo la mano de Damián y empezamos a correr, alejándonos de la aglomeración que estaba frente al colegio viendo aquél show.

Mientras corríamos, habían varias personas que nos observaron sorprendidos al fijarse que nos estábamos agarrando de las manos. El viento golpeaba nuestros rostros y nos despeinaba, el clima de hoy era bastante bueno. Finalmente nos detenemos en la esquina de una tienda de balones para descansar un rato.

Empiezo a reír al ver la tontera que acabábamos de hacer ¿Es en serio hemos huido? ¿Cuánto hemos corrido? Bien, al parecer hoy me saltaré las clases por la tarde.

—¡Dios, qué adrenalina la del momento!—digo sin evitar reír a carcajadas.

—Eres bueno para correr—responde entre risas.

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