Alistaba mi maleta con un pequeña sonrisa. Ropa, cepillo, desodorante, cepillo de dientes, pasta dental... Creo que llevo todo.
Por fin habíamos acordado que hoy sería el día en el que nuevamente me quedaría en su casa, y de verdad no hace falta ser un genio para descifrar que estoy de buen humor hoy. Es cierto que ayer las cosas no salieron con Louis como queríamos, él de seguro sigue confundido, y me siento mal porque tal vez vaya a perder a un amigo, pero en este momento la felicidad de ir a pasar la noche en la casa de Dam, le gana.
—¿En la casa de cuál de tus amigos te vas a quedar?—pregunta mi padre, quien entra y se acerca hacía mí y las maletas.
—A la casa de Dam—contesto con una sonrisa.
—Dam, Dam...—habla en voz baja para sí mismo mientras asiente lentamente con su cabeza—. Se nota que estás muy feliz de ir a la casa de tu amigo ¿Van a hacer algo que te emocione, en particular?
No lo sé, lo que hagamos dependería del ambiente y todo eso.
—Vamos a hacer cuentas de pulseras con papel periódico, hace mucho tiempo que no lo hacemos.
Y no creo que lo hagamos tampoco hoy, pero debo decirle algo a papá.
—Sí... ¿Seguro que van a hacer eso? ¿No van a ojear revistas porno?
—¿Qué?
—Déjame chequear tu maleta.
No esperó mi consentimiento, solo agarró mi mochila y adentró su brazo en el interior de esta, buscando con bastante voluntad lo que se proponía encontrar.
—No hay nada...—niega él, quien finalmente se rinde—. Esto es extraño, cuando era joven e iba a dormir a la casa de mis amigos, solíamos ver revistas pornográficas...
No digas eso por favor, me está viniendo esa imagen tuya con tus amigos, y no me resulta nada agradable imaginarlos así.
—¿Y tú crees que voy a hacer eso?
—Solo estoy con unas dudas.
—¿Dudas? Dime ¿Qué pasa?
—No es nada. Ve a la casa de tu amigo, antes de que me arrepienta de enviarte.
¿Arrepentirse? Si él nunca antes tuvo problemas con que vaya a la casa de mis amigos a pasar la noche.
—Bueno, adiós papá—me despido de él para a continuación salir de mi habitación.
Antes de de salir de la casa, también me despido de mi madre. Finalmente me encuentro en el exterior de esa casa. Puedo ver a los hijos pequeños de mis vecinas jugando en medio de la calle, fingiendo que dos piedras que marcan una cierta distancia es su arco. Esa edad era la más linda, en la que no te preocupabas por nada.
Sigo con mi camino, viendo a los alrededores, recordando y observando ciertos lugares con nostalgia, algo de odio o una pequeña sonrisa. Definitivamente el pasado era más fácil, pero me gusta mi presente.
Después de bastantes minutos caminando, llego a la casa de Damián. Al estar frente a su puerta, me siento más nervioso de lo que esperaba. La última vez que vine a su casa a refugiarme no me puse así, Dios ¿Qué me pasa?
Por unos minutos dudo sobre si debo tocar el timbre. Lo tengo ahí enfrente de mi dedo, sencillamente puedo darle un toque rápido, pero hay algo que me retiene de hacerlo ¿De verdad estoy tan nervioso? Pero si sigo sonriendo como idiota, no me entiendo.
Estaba a punto de tocar el timbre, esta vez me había decidido. Pero antes de que lo hiciera, Damián me abrió la puerta, recibiéndome con una sonrisa.
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Eternity
RomanceEternity no es un nombre común y ella lo sabe perfectamente, pero está encantada con él porque puede tener una linda frase con su pareja gracias a este. Ella quiere la aprobación de su padre, la primera persona de su familia con la que saldrá del cl...