Capítulo 16

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Fue una semana llena de reuniones con Miranda, pero no niego que fue sumamente incómodo verla a la cara todo este tiempo después de ese incidente. Lo mejor de este periodo de tiempo es que hice muchas llamadas con Damián, disfruté mucho de escuchar su voz cuando hablábamos, pero hoy es viernes, así que por fin podré volver al colegio y ver su rostro.

Estaba comiendo felizmente aquella huma mientras pensaba en que hoy nos reuniríamos nuevamente. Era obvio que estaba poniendo cara de imbécil, pero no creí que mis padres se estarían fijando también en mi expresión.

—¿De qué te ríes?—pregunta mi padre, quien se muestra serio.

—No es nada—respondo, intentando poner una expresión más calmada.

—¿Nos podrías decir qué es lo que opinas de Miranda ahora? ¿Quieres seguir con el compromiso o...?

—Quiero terminar con ese chiste—interrumpo a mi madre, pero no se sorprenden como lo esperaba, ellos me siguen observando seriamente.

—Debes estar muy enamorado... y muy risueño también—comenta mi padre.

—Como nunca, de verdad se siente increíble estar así por alguien—contesto con una media sonrisa.

—¿Qué fue lo que te atrajo de esa muchacha?—pregunta mi madre.

—No lo sé, pero esa persona de verdad me encanta—respondo mientras sigo comiendo mi desayuno.

—Sonríes mucho hoy, bájale una raya—interviene mi padre.

—¿Qué tiene que esté así?

—Vamos a romper un compromiso que se tenía planeado desde hace años ¿Cómo crees que nos sentimos nosotros? Deberías mostrarte más serio al menos por respeto—responde él mientras frunce el ceño.

—Pero estoy feliz ¿Entonces qué se puede hacer?

—Frank, esta semana has estado usando demasiado el teléfono convencional—comenta mi padre—. Claramente nos hemos dado cuenta, no somo tan imbéciles como crees, carajo.

—Rómulo, pensé que acordamos en no preguntarle sobre...

—No te metas Gabriela—mi padre no permite que mamá acabe su oración—. Entonces, Frank ¿Quién es la muchacha con la que has estado hablando todos estos días por teléfono?

La verdad, no les quiero mentir, tampoco quiero involucrar a amigas, y si les digo que era a Damián no creo que tenga nada de raro porque ellos saben que hemos sido muy unidos desde hace años, así que...

—No estuve llamando a ninguna chica, todo este tiempo estuve hablando con Dam.

—¿Dam? ¿Quién es Dam?—pregunta mi padre, quien se muestra confundido.

—Damián, papá.

—¿Desde cuándo lo llamas "Dam"? Nunca lo has hecho hasta hoy, siempre le decías Damián.

Es cierto que empecé a decirle así hace poco, simplemente se me había ocurrido tener una nueva forma de llamarlo. Me había decidido por una abreviatura de su nombre porque me daría mucha pena decirle: amor, cariño, dulzura... y bueno, un montón de cosas más.

—Simplemente me nació empezar a llamarlo así ¿Por qué? ¿Tiene algo de malo?

—¿También tienes nombres especiales para tus amigos?—pregunta mi padre, quien me mira esperando una respuesta.

—No ¿Por qué debería? ¿Les invento uno ahora? Si es así, a Louis le pondría...

—Basta, no quiero que empieces a decir cosas estúpidas—me interrumpe mi padre—. ¿Pero por qué estabas hablando tanto con "Dam"?

—Sabes muy bien que él y yo somos muy buenos amigos, así que...

—¿Alguna vez llamaste a Jack y Louis?

—A Jack no le iban a permitir agarrar el teléfono esta semana por su castigo.

—¿Y qué hay de Louis?

—No lo llamé porque me dijo que no lo hiciera, que ahora estaba ocupado ayudando a su padre con el negocio familiar.

Sí, dijo eso, pero me comentó que sí lo podía llamar el lunes y el jueves si quería porque esos dos días le iban a dejar descansar ¿Pero por qué iba a llamarlo? Si yo iba a hablar con Damián todos los día.

—¿Y Damián no estaba ocupado?

—No.

—Frank, te escuché decir algunas cosas cuando pasaba por tu cuarto, cosas que precisamente no le dirías a tus amigos.

Si mi mamá no decía nada en absoluto justo como en la conversación de ahora, eso significa: peligro. Vaina, no creí que me descubrirían tan pronto.

—Papá, yo...

—Damián está ayudando a que te comuniques con la muchacha ¿Verdad?

No quería mentir tanto, pero aquí estoy, con esta ya será más de una mentira.

—Sí, tienes razón.

—¿Y quién es la joven?

—¿Te importa?

—Frank.

—Papá—le regalo una mirada desafiante.

—Frank, necesito saber quién es la chica.

—¿Para qué?

—¡Oye, mocoso de porquería, escúchame bien! ¡Si no me dices quién es, te juro que voy a romperte la cabeza con una escoba!

—Júralo.

—¡Ya deja esa maldita expresión tuya! ¡No es momento de que saques ese estúpido vocabulario tuyo!

Dios, no dije nada malo ¿Qué le pasa?

—¡Ya, Rómulo!

—¡No te metas Gabriela, carajo!—exclama con enojo mientras le levanta la mano como amenaza.

Tengo miedo de que en cualquier momento a mi papá se le ocurra hacerle algo a mi madre. Debería intervenir, y rápido, debo pensar en algo...

—Papá, hagamos esto.

—¿Qué? ¿Ahora qué?

—El jueves traeré a la chica para que sepas quién es, así que, por favor deja de gritar.

—Frank, no me estás mintiendo ¿Verdad?

—No lo hago, te juro que la traeré a casa el jueves.

Me observa en silencio por unos segundos, pero finalmente deja la mesa, diciendo mientras se aleja:

—Más te vale que sea una chica decente.

Suspiro una vez que ya no lo veo cerca, mientras que mi mamá empieza a sollozar sentada en su lugar de la mesa. Mi madre es algo sensible, por lo que mi padre intenta no levantarle la mano, pero esta vez no ha podido contenerse por la rabia que sintió gracias a mí. Lo siento mamá, fue mi culpa que pasaras mal rato.

Esperaba en el colegio un día agradable, una mañana en la que podría volver a ver a Dam, pero él ni siquiera fue al colegio ese día. 

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