Infiltrados

20 || Séptimo piso

No debería sentirme bien por esto, pero no puedo evitarlo, por una parte estoy feliz por mí, esto me hace sentir que puedo tener oportunidad. Estoy sonando como un imbécil. Verlo recostado sobre el césped con los auriculares puestos y el volumen al máximo tiene un significado, lo rechazaron.

Cira le da un golpe con su zapato en la pierna, pero él no se inmuta. Lo hemos visto así más veces de las que me gustaría admitir. Pero siempre ha sido ese chico sensible que es fácil de conquistar. ¿Te gusta Ander? Hazlo reír y préstale atención cuando habla sobre sus gustos o su vida. Con eso es suficiente para tenerlo a tus pies.

Liv me hace señas que no entiendo, y le respondo levantando los hombros. Nil la señala, haciendo movimientos hacia el castaño que sigue bajo el sol del mediodía.

—Porque tenga puestos unos lentes de sol no quiere decir que no pueda verlos —la voz de Ander hace que todos agachemos la mirada a nuestros pies para verlo.

Lo vemos quitar su música para levantarse, Nil le tiende una mano para que no pierda el equilibrio —ya que a veces es un poco propenso a tropezar—. Cira le pasa sus manos por la espalda, limpiando su camiseta de hojas marchitas.

Todos caminamos hasta una de las bancas, bajo la sombra del edificio tras ella. El rubio y yo quedamos de pie frente a ellos, Liv le pasaba un brazo por lo hombros.

— ¿Quieres contarnos? —la voz de Nil fue amable, en estos casos se volvía más sensible.

Ander suspiro con fuerza y levanto el rostro.

—Me la encontré esta mañana en los pasillos y al acercarme unos chicos que pasaron corriendo me empujaron —sonaba como un niño pequeño con el ánimo por los suelos—, termine demasiado cerca de su rostro, y la bese.

Alto, alto, ato. ¡¿Qué?!

No puede evitar abrir muchos los ojos y apretar la mandíbula. Cira me miro dándome una clara advertencia, debía quedarme callado, no podía decirle nada por ahora al castaño decaído.

Liv hizo un ademan con su mano para que siguiera hablando, no queríamos forzarlo, pero al menos yo necesitaba saber cómo termina la historia.

—No me respondió y cuando me aleje le pedí perdón, termine contándole lo que sentía pero según sus palabras, yo solo soy un buen amigo —su tono se había vuelto más bajo que nunca, seguía con la vista perdida en el césped.

Ander es el tipo de chico que no encuentras por todos lados, por lo que nos ha contado de su familia, siempre fue un niño solitario. Su padre es neurocirujano y su madre es la directora del hospital en el que ambos trabajan, el cariño que le daba su hermana mayor cuando tenía tiempo lo hizo muy dependiente. Algunos de sus terapeutas le han dicho que su obsesión por el orden fue producida para sentir que tiene control con su alrededor, que pueda sentirse cómodo con lo que lo rodea.

Al principio la manera en la que se aferraba a las personas, principalmente a sus relaciones no eran sanas, con el paso de los años se ha ido desprendiendo de la idea de necesitar a alguien que le dé al menos un poco de su tiempo.

Pero él merece más. Primero debe superar sus problemas antes de buscar a alguien más, y es ahí donde está el problema, niña que le gusta, niña de la que cree estar enamorado. Pero no, solo quiere poder estar con alguien para sentirse querido.

Es horrible verlo pasar por esto tan seguido, porque cuando lo conoces lo único que te transmite es unas inmensas ganas de reír, pero detrás de eso solo hay necesidad de aceptación y cariño.

Una idea surge por mi mente y antes de pueda detenerme a pensarlo mejor lo digo:

—Un viaje a Italia te haría sentir mejor.