03 || Iván Conder

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El despertador no paraba de taladrarme los tímpanos, tuve que levantarme para callarlo definitivamente. Estaba tomando camino a mi cama, cuando un Jim recién duchado salió del cuarto de baño.

Ya traía puesto el uniforme, y su colonia le brindaba un olor mucho mejor que el mío.

—Buenos días —me saludó con esa gran sonrisa en el rostro.

Me sentía tan dormido que solo le respondí con un intento de sonrisa, que debió verse horrible por mi cara de recién levantado.

Apenas comenzaba a ponerme la ropa, cuando escuche claramente como la puerta se abría para después cerrarse. Seguido de eso no hubo más ruido. Salí cerrándome los pantalones para encontrar la habitación vacía, Carson se fue.

Tome mi móvil y como lo pensé, faltaban más de veinte minutos para el inicio de la primera clase. No me quedo de otra más que terminar de arreglarme sin poder darle mis quejas de la hora de entrada a otra persona.

Llamé a Liv antes de salir del cuarto para vernos en un punto medio, éramos los únicos de nuestro grupo que compartía la primera clase de hoy. No tardó mucho en contestar y menos en poner un lugar para encontrarnos.

En cuanto llegue al tercer piso me encamine hacia el área de niñas, y espere junto al laboratorio.

Liv apareció minutos después con esa energía que la caracterizaba, tenía ese don de provocarte felicidad con solo verla sonreír, era contagioso. Su cabello venia totalmente suelto, junto a una falda negra que le llegaba por arriba de las rodillas.

—¿Y esto? —cuestioné en cuanto estuvo junto a mí.

—Idea de Cira —aclaró hundiendo las cejas.

—Por qué no me sorprende.

—No es mi estilo, pero me agrada.

—Todo esto grita el nombre de Cira —señalé haciendo círculos con el dedo.

—Puede que sea porque es su ropa.

—Ahora tiene sentido.

—Mejor vámonos —tiró de mi brazo para arrastrarme unos cuantos pasos hasta llegar de nuevo a la escalera.

Comenzamos a bajar y no tardo mucho tiempo para que el primer tipo con el que nos cruzamos fijara su mirada en la chica a mi lado.

No me mal entiendan, Liv es preciosa y siempre lo ha sido, pero, hoy se ve bastante diferente a como luce normalmente. Ese cabello largo y liso siempre está amarrado y en cuanto a la ropa, siempre opta por usar algo cómodo como pans y hoodies holgados.

—Si alguien llega a pasarse contigo lo golpeare —aseguré con un tono sobreprotector.

—Espero que eso no pase.

—Sabes qué no entiendo —levanté un poco la voz.

—¿Qué?

—La idea de llevar uniforme sólo los días importantes —hice unas comillas al aire en la última palabra.

—Tranquilo, solo es una camisa y una corbata.

—Están horrendos.

—Podría ser peor.

—No lo creo.

—Imagina esto —acomodo su mochila en ambos hombros para poder hacer ademanes mientras hablaba—. Además de la horrible playera, unos pantalones a juego con la corbata.

Mi expresión se volvió una de repulsión con tan solo imaginar el cómo sería.

—Y ahora piensa en tener que usarlo todos los días.

Infiltrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora