28 || Pijamada

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—¿Qué tal aquí? —preguntó moviendo la pintura apenas unos centímetros a la derecha.

—Lo veo igual —admití comiendo otra papa del bowl azul.

—Tal vez más arriba —comentó Cira.

Mi hermana hizo caso a su indicación y dio un paso atrás para observar cómo lucia el cuadro.

—¿Sigues molesto con Nil? —me cuestionó la morena sin dejar de mirar al frente.

Alina se tensó al instante y yo sentí una pequeña punzada en la sien, claro que estaba molesto, mi mente no pudo detenerse y recordé la noche en que lo vi salir de la habitación de mi hermana, con esa sonrisa traviesa en el rostro que mi hizo querer golpearlo, lo había invitado a mi casa y de pronto debo preocuparme por su relación con mi hermanita.

—Y no dejaré de estarlo por un tiempo.

Mi molestia estaba más que justificada, la primera de las razones, él era cuatro años mayor que Alina, y a pesar de que lo había negado rotundamente esa noche yo estaba consiente de que sentía algo por ella, pero lo conocía, sabía sus principios y límites, jamás haría algo parecido a lo que mi cabeza pensó en el instante que lo encontré en el pasillo. Además, había hablado con Alina, después de un rato termino por contarme todo y trate de comprenderla, no me encantaba la idea que mi hermana creciera, pero era la realidad, yo no podía detener el tiempo o prohibirle algo.

—Entonces, ¿él no está invitado?

—Sí lo invitaron, per rechazó la propuesta diciendo que debía estudiar para su examen de filosofía.

—Nil no necesita estudiar para sus exámenes —dijo frunciendo el entrecejo—, a él le basta con escuchar para memorizar todo.

—Sí, pero eso mi padre no lo sabe.

Trate de imaginar como sería si de último minuto decidiera hacer una pausa a la molestia que tenía contra el rubio y pedirle que fuera a la cena, pero todos lo escenarios en mi mente terminaban mal, realmente no quería seguir en esta situación con Nil, pero tampoco era fácil superarlo, me conocía lo suficiente para saber que debía darme mi tiempo para asimilar lo que estaba pasando y poder aceptarlo de la mejor forma posible, aunque me causará una crisis.

—Debo cambiarme —Alina interrumpió mis pensamientos y entro al cuarto de baño.

Me recosté por completo en la cama mirando al techo, respiré profundo y exhalé, me agradaba la idea que a mi hermana le hubiera tocado una habitación individual, la privacidad que este tipo de cuartos dan es mucho mejor que uno compartido.

Comencé a recordar la conversación que tuve con Liv seis días atrás, la ansiedad marcada en su rostro por la situación y el peso imaginario sobre mis hombros al escuchar su confesión, consideré la posibilidad de hacer lo que me pidió, pero esto era diferente al simple hecho de entrar en la oficina de mi padre y robar los reportes de conducta que solicitaba sobre mí cada semana, claramente, era muy diferente. Aunque no todo estaba en mi contra, la policía seguía en el internado —aunque en menor cantidad—, crear una distracción tan fuerte como veinte mil libras esterlinas era suficiente para informar a los oficiales de que algo ilegal sucedí dentro de alguno de los dormitorios; ese era el otro punto, ¿Cómo encuentras a una banda de extorsionadores dentro de tantas personas?

No supe el momento exacto en el que comencé a cambiar de victima a el tipo que intenta ayudar de la manera incorrecta, pero sabía que este papel era mejor que el anterior.

Cira se recostó a mi lado, sus risos hicieron un medio círculo encima de su cabeza que me provocó una sonrisa, más de una vez nos habían dicho que éramos muy parecidos, solo que jamás lo creí, ella era increíble en todos los aspectos, su personalidad, la facilidad con la que se gana tu confianza, la sinceridad que te ofrece y el hecho de que cuando se ponía un objetivo iba por él sin permitir que nada lo impidiera, yo ni siquiera estaba seguro de lo que haría al día siguiente.

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