36 || Sentimientos

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RAVEN

Al mostrarle la habitación Alek quedó con la boca abierta. Su mirada estaba centrada en todo el dinero que teníamos sobre la mesa en el fondo y las armas colgadas dentro del armario al que Asher y Conrad le habían arrancado las puertas.

—No las hemos usado —le aclaro al notar la tensión acumulada en sus hombros—, son solo prevención.

Sander pasa por su costado y lo invita a sentarse en una de las desgastadas sillas de madera, Alek obedece su indicación. Estaba asustado, no lo juzgo porque en su posición yo me sentiría igual, pero trato de mantenerme alerta y analizar cada uno de sus movimientos antes de que se le ocurra salir corriendo por el pasillo para pedir ayuda de unos posibles lunáticos.

En cuanto le ponen la replicadora frente a él parece más incrédulo que nunca. Conrad toma un delgado fajo de libras y las pone dentro, la maquina hace su trabajo y segundo después nos entrega billetes nuevos. Los ojos de Alek parecen querer salir de sus cuencas por haber visto la creación del dinero dentro del artefacto, sin ningún otro material que el puesto para duplicar.

Tomo asiento al otro lado de la mesa para poder mirarlo a la cara en todo momento, y que él pueda verme, notar mis reacciones y mis movimientos. En el tiempo que he tenido para conocerlo —y me refiero a conocerlo en verdad, y no en el instituto cuando lees sobre él en los libros y te cuentan la historia de cómo sus acciones beneficiaron a la humanidad, o escuchando a su linaje hablar frente a un micrófono— me di cuenta de la facilidad con la que puede leer a las personas, yo tuve que fingir durante todos estos meses ser Dhara Hoffman y adaptarme diariamente a lo que a él le gusta. Por eso puedo tener la certeza de mi siguiente movimiento.

—Déjenos solos —les pido sin quitar la mirada de Alek.

Él se sorprende porque mira por encima de su hombro. Los tres me obedecen sin ningún comentario.

—Estaré afuera por si me necesitas —me dice Asher antes de cerrar la puerta, a lo que yo asiento sutilmente, solo para que él pueda notarlo.

—Todo lo que te conté es verdad —comienzo—, y sé que escucharlo debe ser demasiado para procesar, no sé si esto pueda afectar al futuro, la línea del tiempo puede sufrir cambios que no tendremos el poder de arreglar si esto sale mal.

—Me siento como en esas películas de ficción que te cuesta trabajo comprender.

Una sonrisa se me escapa y por primera vez en estos meses, no tengo idea de que decirle.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —me dice con la mirada perdida.

No le respondo, pero hago un gesto para que siga hablando.

—Si todo lo que me dijiste es real, ¿cómo sucederá? —La curiosidad brillaba en sus ojos— Me refiero a, ¿cómo seré capaz de tanto?

Un recuerdo llega a mi mente, estudiaba historia en la academia, proyectaron un vídeo del chico que ahora está frente a mí, inseguro de sí mismo. La diferencia principal es que en esa pantalla era un hombre, que había trabajo duro junto a su esposa para hacer un cambio real, sus palabras me dieron un poco de esperanza durante un tiempo.

Somos tan capaces como nuestro pensamiento más débil, si quieres ayudar a generar un cambio primero debes comenzar por ti. Porque en algún momento llegarás a ser el ejemplo de alguien más, y querrás verte tan bien como viste a tu inspiración. Mejorar comienza en nuestra mente, porque al final del día te darás cuenta que ella es quien está siempre presente.

Solo que en ese tiempo yo tenía doce años, y me aferraba a todo lo que podía para sobrevivir.

—Porque no lo harás solo, encontrarás personas que se unan a tu causa. De hecho —me incline hacia el frente, como si estuviera a punto de contarle el mayor secreto de la historia—, ya conoces a algunos de ellos, solo debes esperar un poco más para conocer a esa linda chica Francesa —le estaba dando un avance de lo que sería su vida.

Infiltrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora