34 || Raven

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CONRAD

Retiro el seguro de mi arma y aplasto el cigarrillo bajo la suela de mi zapato, han pasado diez minutos desde que Alek quedó ahí dentro con todas esas personas, no creo que Luka o Isis le den un tiro, pero no puedo esperar lo mismo del resto, y mi trabajo esta noche se convirtió en cuidarle el trasero a un adolescente con un instinto suicida disfrazado de curiosidad.

Doy unos pasos antes de detenerme por ver al auto regresar, la chica se detiene junto a las puertas principales, y el rubio de ojos lindos baja con algo en su mano que no logro ver con claridad, una risa se me escapa desde lo profundo de mi garganta cuando lo veo entrar en el lugar, ahora no tengo que salvar a un solo idiota, sino también a su amigo el rescatista.

Sigo caminando por el costado de la entrada hasta las puertas principales, los empleados están en el fondo del lugar, alrededor de una de sus computadoras, excepto uno, que camina lentamente por detrás del rubio, cazándolo. Me acerco hasta pasar mi brazo por su cuello y cubrirle la boca con mi mano, su cuerpo lucha por alejarse y sus piernas se estiran en busca de un apoyo, lo arrastro hacia atrás, al estar lo suficientemente lejos lo golpeo con el arma, su cuerpo se relaja hasta convertirse en un bulto muy pesado, lo dejo detrás de algunas cajas y me agacho para observar mejor lo que sucede.

El rubio le prendió fuego a los papeles sobre las mesas y luego rompió una de las ventanas del auto para meterlos dentro, una sonrisa de aprobación se dibuja en mi rostro y se ensancha en cuanto lo veo intentar hacer que el vehículo estalle cortando una manguera que transporta el combustible, solo que eso no sucederá porque en realidad es la manguera equivocada, aunque la intención cuenta.

Para cuando los empleados se dan cuenta el chico está corriendo en dirección contraria para buscar a Alek, prácticamente está haciendo mi trabajo, por lo cual no me quejo de su forma de liberar a su amigo. Segundos después los veo escapando por una puerta lateral y subiendo al auto que arranca como si un monstruo los estuviera persiguiendo.

Salgo de la bodega y saco el móvil para hacer una llamada.

—¿Todo bien? —la escucho decir en cuanto atiende.

—Para mí sí, pero Alek estuvo bastante cerca de la muerte.

—¿QUÉ? —despego el aparato de mi oreja para evitar un sangrado de tímpano por la fuerza con la que esta mujer me grita.

—Él está bien —aclaro—, pero no sé si pueda seguir así mucho tiempo, acaba de tener un problema con las personas equivocadas, necesitamos buscarlo y asegurarlo. O alguien le robará su víctima a Damon.

—Entiendo, veré que podemos hacer pero necesito que regreses ya.

—Voy en camino.


ALEK

Cira apaga el motor del auto y mi cuerpo se relaja por saber que hemos llegado. Toco mi frente y siento los hilos de sangre seca, esta no ha sido mi mejor semana.

—¿Estás bien? —pregunta la castaña dándose cuenta de mis heridas.

No Liv, no estoy nada bien, acabo de descubrir que a quien consideraba una aliada y amiga todo este tiempo me vio la cara de estúpido, amenazó como matarme y dañar a mi familia, y para asegurarme que nada de eso pase tengo que seguir sus órdenes como un maldito esclavo, pensé.

—Podría estar peor —respondí finalmente.

—Es Isis —Nil rompió con el silencio, mirándome a los ojos por el retrovisor en la parte delantera del auto.

Infiltrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora