30 || Confesión de un crimen

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Estaba sentado en las gradas, en el lugar exacto donde me dijeron que me encontraron después de haber estado desaparecido por veinticuatro horas, el lugar seguía igual de vacío que cuando llegué, solo que ahora tenía a Dalton a mi lado tomando agua que yo le di. Sin duda iba a aprovechar la oportunidad para recolectar información sobre lo que estaba ocurriendo y poder ayudar a Liv con los chantajes de los que fueron victimas ella y el resto de su familia, también tenía la esperanza de descubrir la identidad de Raven.

La mochila estaba sobre mis piernas, abrí el cierre lentamente sin despegar la mirada del rubio, él subió su camiseta hasta la altura de sus costillas y toco el centro de su abdomen con delicadeza, la piel ahora estaba cubierta por un tono rojizo y había un pequeño punto morado, ahí donde la punta del arma fue enterrada minutos antes. Mi mano entro en la mochila, tocando el interior desesperadamente en búsqueda del móvil.

—Esto va a dejar marca —mi mano se quedó quita mientras él volvía la mirada hacia mí.

—Con suerte talvez solo un hematoma —respondí con el corazón en la garganta.

Lucas aparto la mirada y recargo su cabeza en el peldaño detrás suyo, sus ojos se posaron en algún punto entre los ventanales y el techo. Mi mano volvió a moverse dentro de la mochila y conseguí encontrar el móvil, baje la mirada para asegurarme que no tuviera volumen y volví a mirar al chico, lo desbloque y mi dedo se deslizo por la pantalla hasta la grabadora de voz y dar play.

—Nunca imaginé a Iván Conder como alguien peligroso o de quien cuidarse —admití haciendo que el rubio me mostrará una sonrisa torcida.

—La mayoría no conoce los verdaderos rostros de las alimañas que cohabitan aquí.

—¿Alimañas? —repetí incrédulo— Por lo que pude comprender, tú no eres la persona más inocente en el internado, Lucas.

—Yo soy un santo en comparación a otros.

La forma en que lo dijo hizo que un escalofrió me recorriera la espalda, no era una forma de justificarse, él conocía los secretos ocultos de los prestigiosos estudiantes.

—¿Los Conder entran dentro de las alimañas? ¿Qué tanto encontraste al robar su información personal?

Me miro, y en sus ojos había una clara advertencia que iba a ignorar a pesar del miedo me provocaba conocer las respuestas que anhele tanto.

—Ay Harler, ellos no son nada en comparación al resto, son mi manera de obtener un camino más rápido y menos problemático, no tengo el tiempo o los recursos para enfrentarme con los peces gordos —se enderezo en su lugar y subió uno de sus brazos al mismo peldaño en el que su cabeza había estado recargada—. Pero voy a devolverte el favor, tú les interesas, no de la misma forma en que pueden interesarles James Garden, Kayner Brennan o Megan Turner —reconocí los nombres, dentro de un internado lleno de personas tan adineradas de vez en cuando surgía la curiosidad, ¿quién tenia la mayor cuenta de banco? ¿los mejores contactos? ¿la posición más privilegiada? Y esas preguntas fueron contestadas el semestre pasado de la misma forma en que Lucas los había mencionado, el podio era ocupado en ese orden de menor a mayores riquezas.

No pude evitar preguntar.

—¿En qué lugar esta Liv O'Brien?

—Debajo de James por solo dos millones, los primeros puestos son números muy cerrados, las diferencias no son por más de cinco millones.

Era claro que él conocía los movimientos dentro de este mundo sobre secretos, chantajes y dinero, recordé lo que Iván le dijo antes de herirlo: por tu bien diles a tus jefes que se detengan antes de que sea demasiado tarde, tenía que estar trabajando en conjunto, a pesar de que trabajar él solo tendría más beneficios a su favor, no se enfrentaba con peces gordos, al menos sin ayuda.

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