31 || Desconfianza

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El rostro de Liv estaba sereno, sus manos entrelazadas frente a su nariz, prestando atención a lo que escuchaba. Me daba miedo que mi puerta fuera tocada al no poder ser abierta y que el momento de tensión se cortara por la acción, pero Jim se había ido como todas las mañanas antes que yo, aunque nunca olvidaba nada tenía la sensación que alguien estaba al otro lado de la puerta, esperando el momento indicado para irrumpir.

Intercambié una mirada con Nil en cuanto se escuchó el nombre de nuestro presidente estudiantil en la grabación, al volver a mirar a nuestra amiga su semblante había cambiado, bajo las manos hasta sus rodillas y su boca se abrió, sus ojos quedaron en punto fijo perdido en el lugar, conocía sus reacciones, sabía lo que estaba por venir y no la culpaba, yo estaría igual de molesto si me chantajearan con un secreto que ni siquiera era mío.

—Ese idiota —soltó con desprecio—, él no necesita el dinero, su madre es la dueña de la mejor inmobiliaria de su país y su padre acaba de entrar a la política. Esto lo hace por diversión.

Antes de que pudiera responderle ella se levantó con fuerza y salió del dormitorio, el rubio y yo imitamos su acción, la seguimos hasta el pasillo, pero no parecía dispuesta a detenerse, su cabello iba en una coleta alta y sus manos se habían convertido en puños que se movían con furia a sus costados en cada paso. Era más pequeña que nosotros, la alcanzamos con facilidad, aunque no logramos detener su andar.

—¿Qué piensas hacer? —dijo Nil caminando de espaldas para poder verla a la cara.

—Voy a arrancarle la cabeza.

Un recuerdo llegó a mi mente en cuanto asimile sus palabras, Liv estaba más que molesta, gritaba y caminaba por la habitación, las lagrimas corrían por sus mejillas por la cólera, maldecía con fuerza a todo el que intentará pedirle que se relajara, ¡no pienso calmarme carajo!, sus manos viajando hasta la raíz de su cabello y apretándolo con fuerza para no terminar de perder los estribos, hasta el momento que un despertador atravesó el aire hasta encontrar la cabeza de Ander, por suerte el castaño tiene reflejos, logro moverse antes de que lo impactara.

—No, no, no —el rubio se interpuso en su camino tomándola suavemente de los hombros—. Tenemos que ser más listos, yo sé que esta molesta y tienes toda la razón en estarlo, pero si vas a arrancarle la cabeza no lograrás nada mas que sentir un poco de alivio, debemos hacer una estrategia para arrancar el problema de raíz, para que ya no haya más víctimas.

Estaba justo a su lado, y aún así dude de lo que había escuchado, Nil Morgan, el rubio que tenía sus reglas sociales por encima de todo quería ayudar a Liv a terminar con el chante de forma no convencional —con ayuda de la policía o por medio de una investigación oficial—, ¿Qué le pasó?

Liv respiró profundamente en cuanto los altavoces se abrieron y la voz de Janin pidió amablemente que todos los estudiantes se dirigieran a la sala de juntas para un informe, Nil bajo sus manos y lo noté un poco arrepentido por haberla tomado de esa manera, él no era el fan número uno del contacto físico, no le parecía que las personas se tomarán el atrevimiento de tocar a otras sin previo aviso, y el hecho de hacer lo que tanto le molestaba lo había incomodado.

Tomamos asiento en la novena fila, la pared blanca detrás del pódium estaba bañada con una luz azul muy tenue, cuando el lugar se llenó Soler apareció y comenzó con su discurso sobre el séptimo piso, pero le perdí el interés en cuanto comenzó a hablar con términos de arquitectura. Un vídeo se reflejo en la pared mientras que el hombre con traje negro y corbata amarilla seguía hablando, las imágenes que corrían mostraban los cimientos de un lugar enorme, en algunos lugares faltaban paredes y pude ver con mucha claridad como se colocaban ventanales de la altura del piso para cubrir el espacio.

Infiltrados Donde viven las historias. Descúbrelo ahora