06. Oye, lo siento.

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Primera parte:
Capítulo 06. "Oye, lo siento"

 "Oye, lo siento"

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Con el pasar de los años Doyoung había aprendido a dejar los problemas de lado y despertar como si nada hubiese ocurrido, solo por el bien de sus hijos. Justo como hoy, que tenía que pretender que todo estaba bien mientras realizaba sus tareas diarias.

Para su fortuna el trabajo dentro de la panadería no era tan pesado, solo se quedaba en el mostrador, cobrando a aquellas personas que compraban, aunque también de vez en cuando barría y limpiaba a su alrededor porque le disgustaba que su espacio de trabajo se viera sucio.

Llegando a su hogar no dudó en darse un baño rápido mientras que poco a poco llegaban sus niños, haciendo todo un desastre en la sala de estar. Doyoung empezaba a creer que era innecesario ordenar esa área si solo iba a durar medio día luciendo bonita.

—¡Papá! ¡Papá! —habló Mark, corriendo hasta donde se encontraba su padre para poder darle un fuerte abrazo.

—¿Qué sucede, mi amor? —preguntó Doyoung. —¿Te duele algo?

—¿Por qué estás triste, papá?

Mark tenía ese algo que lo volvía un tanto más observador que cualquier niño de su edad, siempre adivinaba cuando sus ánimos no estaban del todo altos y es por eso que debía de cuidar su manera de actuar.

No quería ser el culpable de futuros traumas y problemas mentales de sus hijos.

—Creo que es porque el día de hoy mis bebés llegaron corriendo y ninguno me dió un besito —se quejó Doyoung con una sonrisa, cruzándose de brazos. Pero poco le duró el berrinche ya que Mark subió al sillón para depositar un beso escandaloso en su mejilla. —Ahora me siento muy, muy, muy feliz —sonrió. —Gracias, mi arcoíris.

—¡De nada! —Mark sonrió para después retirarse del lugar, corriendo a donde se encontraban sus hermanitos menores para presumir su gran hazaña.

El timbre se escuchó por toda la casa y Doyoung decidió levantarse antes de que sus hijos fuesen corriendo con intenciones de abrir la puerta principal. Conocía a sus niños, eran una manada de chismosos, incluso Renjun, y eso que solo era un bebé.

Afortunadamente esta vez sus hijos se quedaron atrapados en el corral y no pudieron acercarse más allá de la zona que se les permitía, así que no tenía preocupación extra.

Pero su malestar volvió al momento de abrir la puerta y darse cuenta de que detrás de ella se encontraba su mejor amigo con una muy mala cara. Intentó cerrarle la puerta pero Taeyong era más rápido, logró impedir que lo dejara fuera y sin oportunidad de hablar.

—Por favor, déjame hablar —dijo Taeyong una vez que su mejor amigo dejó de querer asesinarlo con esa puerta del demonio. —Yo sé que mi reacción fue horrible, se que no era lo que esperabas.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora