36. Maletas y sentimientos.

3K 525 158
                                    

Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 36. "Maletas y sentimientos"

Empacar era una tarea que no sabía que podía llegar a ser bastante estresante

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Empacar era una tarea que no sabía que podía llegar a ser bastante estresante.

Cuando era adolescente, empacar para viajar (de vez en cuando, por no decir que dos veces en toda su adolescencia) se trataba de una tarea bastante sencilla, simplemente aventaba dos cambios de ropa a su mochila y el cargador de su celular.

Pero ahora debía de empacar ropa para dos semanas, el cargador de su celular y su computadora porque su trabajo secundario llamaba en cualquier momento, sus medicamentos, (y nada que tuviese filo, a petición de su esposo) el bloqueador solar porque incluso si hacía frío su piel era sensible, dinero suficiente por su ocurría una emergencia, su peluche de dinosaurio que le regaló Johnny cuando eran adolescentes...

—No pienses tanto —habló Johnny con cariño, acercándose para abrazar por la espalda a su esposo. —Has estado desde la mañana dando vueltas por la habitación, ya llevas lo necesario.

—Pasaporte, mi identificación —Doyoung guardó su cartera e hizo una mueca, aún no conforme. —Es la primera vez que no veré a mis niños en dos largas semanas, incluso cuando fuí al centro de rehabilitación me iban a visitar el fin de semana... Me siento muy nervioso.

—Tranquilo —John colocó una de sus manos en el estómago de Doyoung, sacándole un par de risas. —Este viaje es para que nosotros pasemos un buen momento, mereces descansar después de todo lo que ha sucedido.

—No lo creo así...

—Doyoung, ¿Cuántas veces te saltaste el día de descanso porque alguno de nosotros no podía cuidar de los niños? —preguntó. —No has parado en veintiún años, como si no fuese suficiente trabajo cuidar de ellos, aún tienes dos empleos, que no son tan recurrentes pero igual te consumen la energía. Por un momento, date un tiempo para ti mismo y déjame consentirte, te lo mereces.

El pelinegro cerró los ojos al momento que su esposo dejó un beso sobre su sensible cuello. Maldito, lo conocía bastante bien, sabía que cosas le gustaban.

Porque de nuevo era ese Johnny que el había conocido, aquel que lo conoció de una forma bastante diferente y que lo aceptó al momento que inició su transición. El primero en hacerlo sentir que tenía un cuerpo bonito incluso con las cicatrices de su operación en el pecho, quien juró estar a su lado incluso si su padre le había prohibido por completo estar con el.

Su Johnny, el idiota que se escapó de casa de su padre a los tres meses del nacimiento de Mark porque quería conocer a su pequeño, incluso si solo fue una semana antes de que su padre llegase de nuevo por él.

¿Cómo soportó tanto tiempo estando separado de él? No lo entiende, pero tampoco importa.

Lo realmente importante es que ambos están aquí, juntos.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora