17. Los debates.

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 17. "Los debates"

Los días lluviosos siempre serían para Doyoung sus favoritos

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Los días lluviosos siempre serían para Doyoung sus favoritos.

Podía estar en su habitación, observando la lluvia caer y las gotas chocar en la pequeña ventana, en compañía de su enfermero, que sabía escucharlo muy bien cuando deseaba hablar sobre algún tema.

Iban ya dos meses, se sentía mucho mejor. Gisselle se había ido y lloró como nunca al despedirse de ella, prometiendo que se encontrarían algún día de nuevo, mientras tanto sus hijos lo visitaban cada semana sin falta, celosos de que una chica hubiese estado tan cerca de su padre.

Y ahora mismo tenía a Johnny, quien podía visitarlo entre semana para brindarle apoyo.

Estaban en una posición cómoda; la espalda de Doyoung chocaba con el pecho de su pareja, mientras que John lo abrazaba para que no se fuese a alejar. Ambos sobre la cama y en un silencio bastante relajante.

—Jisung aprendió a tocar el Otomatone —habló Johnny de la nada y Doyoung soltó una carcajada.

—¿El que tiene forma de Kirby?

—Sí —se rió. —Ya me tocó el himno nacional como diez veces mientras desayunamos.

—Y eso no es nada —dijo Doyoung con una sonrisa. —Mis niños, como los extraño, me hacen muchísima falta. Mis mellizos con sus gustos extraños, Renjun paseando a media casa con inciensos y ramitas, Jeno exigiendo que lo lleve a su práctica con el equipo de fútbol, Jaemin y su manía por querer verse bien todo el tiempo, Donghyuck con esa música puesta a todo volumen llegando a molestar a los vecinos, Mark y su rostro todo rojo cuando habla de su novia... Mis niños.

—También te extrañan —Johnny acarició el brazo de su pareja y dejó un beso en su frente. —Ayer Donghyuck estaba llorando mucho porque, bueno, en realidad no sé, cómo que tardó un poco en darse cuenta de que no estarías en casa por un largo tiempo y de la nada se puso a llorar, hubieses visto, cuando llegué del trabajo me lo encontré pegado a Karina como chinche.

—Aman mucho a su tía.

—Ni que lo digas.

Kun entró al cuarto y al notar la presencia del otro hombre simplemente sonrió, dejando a un lado su bandeja con las medicinas que su paciente debía de tomar.

—Doyoung, tu medicina —indicó, haciendo que el pelinegro se levantara de ahí entre quejidos, como niño chiquito. —Nada, anda, tómatela.

Johnny observó al enfermero y viceversa, ambos entrecerraron los ojos.

(Raros)

—Cariño, tómate la medicina —dijo John.

—Sabe a guácala.

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