44. ¿Los chicos no lloran?

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 44. "¿Los chicos no lloran?"

Muchas personas llegaron a decirle que era completamente innecesario conservar el monitor en las habitaciones de sus hijos adolescentes, incluso muchos concluían que era una violación a su privacidad

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Muchas personas llegaron a decirle que era completamente innecesario conservar el monitor en las habitaciones de sus hijos adolescentes, incluso muchos concluían que era una violación a su privacidad.

Pero en noches como estas, tal vez podrían entender la preocupación de Doyoung.

—Papá —Doyoung automáticamente abrió los ojos al escuchar la voz entrecortada de su hijo, los superpoderes de padre preocupado le hacían saber cuando sus niños necesitaban ayuda.

Y Jeno llorando no era una buena señal.

¿Por qué? Bueno, ese niño... Era terco, se negaba a dejar ver sus sentimientos frente al mundo y odiaba llorar porque muchas veces sus hermanos se burlaban de él. Claro que en esos momentos entraba en acción, en su casa nadie se burlaba de los sentimientos del otro, fuese cuál fuese.

Doyoung rápidamente salió de la habitación, dejando a su esposo estirarse por toda la cama, ya tendría tiempo para pelear después por ello.

Cuando entró, se encontró con su pequeño hijo de cabellos negros sentado en el suelo de la habitación con su almohada de balón de fútbol siendo casi ahorcada por la fuerza que hacía al abrazarla. Jaehyun le había regalado la almohada después de que el niño mostró interés en el deporte, ese hombre los consentía demasiado con cualquier cosa de su interés.

—¿Qué sucede, mi pequeña luna? —el adulto se sentó frente a su hijo y acercó su mano, sonriendo un poco cuando este la tomó con fuerza. —¿Qué pasa, JaeNo? Cuéntame.

—Estoy muy nervioso —sollozó. —Mañana es la final, si perdemos este partido no iremos al torneo en Los Angeles... ¿Vas a ir?

—Pero claro que iré, sabes que nunca me pierdo un solo evento tuyo —Doyoung limpió las lágrimas de su pequeño. —Perdón si piensas que no me interesan tus eventos, entre mi trabajo y ustedes aún se me dificulta dividir el tiempo para acompañarte a tus entrenamientos, hace mucho que no voy a uno, ¿Verdad?

—Creí que ni siquiera te gustaba verme jugar —murmuró entre lágrimas.

—¿Ah no? ¿Y entonces por qué se que tu equipo es la versión mini de los Redbull de New York? Que eres el mejor delantero central diestro y que quieres ser como Tom Barlow —dijo, sorprendiendo a su hijo. —¿Por qué entonces hay una camiseta de tu equipo en mi clóset con el número 27 y tu nombre bordado? —el pelinegro comenzó a reír una vez que notó la emoción del adolescente. —Sorpresa, tengo buena memoria para esto cuando se trata de ustedes.

—¿Si me escuchas cuando hablo de eso? —el adulto asintió y Jeno se abalanzó en dirección a su padre, quién lo atrapó de inmediato para que no se fuese a caer. —Perdón, ya le dije a todos mis amigos que eres el peor papá del mundo.

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