27. Yuta.

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 27. "Yuta"

Doyoung decidió salir ha caminar de nuevo para poder frenar un poco el sentimiento de angustia que crecía en su pecho

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Doyoung decidió salir ha caminar de nuevo para poder frenar un poco el sentimiento de angustia que crecía en su pecho.

Cuatro meses.

Lo siente como el primer día.

Pero hoy por alguna extraña razón cree que es muy valiente, tanto como para darse el tiempo de parar frente al cementerio y admirar las flores que hay alrededor, casi simulando un jardín. Nunca creyó que un lugar de descanso eterno pudiese ser tan bonito hasta que fue el turno de buscar uno para su pequeño.

Llevaba un ramo de rosas, incluso si su nariz picaba de una forma horrible, adquiriendo un color rojo en cuestión de segundos, poco le importó, Donghyuck siempre había amado cuando le regalaban rosas.

Recordaba esos momentos en los que llegaba de su trabajo con regalos para todos, incluso si Donghyuck trataba de hacerse el desentendido, siempre podía ver el brillo en sus ojos cuando le regalaba una rosa.

Ojalá haberle podido dar un ramo entero antes de todo.

—Mi alma —murmuró una vez que llegó a la tumba. En su lápida las letras de color dorado brillaban incluso si estaba lloviznando, decidió que fuese así porque sabía que su hijo lo habría querido, siempre queriendo cualquier tipo de lujo porque Taeil se lo complacía.

Hablando de ese hombre, por primera vez Doyoung sintió que de verdad estaba pagando por todos sus actos del pasado.

Pero si era necesario que su hijo muriera para que Taeil no estuviese en paz, mejor habría soportado toda la vida su presencia para que no le quitaran a Donghyuck de sus brazos.

No pudo tomar asiento frente a la tumba como le hubiese gustado, el suelo estaba mojado y probablemente enfermaría si seguía saliendo de esa forma bajo la lluvia, tenía que cuidarse un poco mejor ahora que Sabrina estaba con ellos.

—Ni estando muerto te vas a deshacer de mí —quiso burlarse pero la risa no le salía, así que con cuidado se agachó para poder acomodar las rosas de una forma bonita. —Te advertí, papá te cuidará hasta que se muera.

Sus manos se detuvieron al momento de que se dió cuenta de la flor que estaba floreciendo justo al frente de la lápida de su hijo. Alzó una ceja un poco desconcertado y después de revisar con paciencia, se dió cuenta de que era un jazmín.

Un bonito jazmín pequeñito en color blanco.

—Myeong —susurró con los ojos llorosos. —Ojalá sea cierto lo que dijo tu tío Minseok, mi alma, ojalá estés con ella y la cuides muy bien hasta que sea mi turno de irme... Espero estés feliz, por fin tienes una hermanita.

Se quedó un par de minutos más y se despidió dejando un beso sobre la lápida, como solía hacerlo sobre la frente de su hijo cada vez que iba a salir.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora