05. Ella.

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 05. "Ella"

Doyoung observó, con sus ojos llenos de lágrimas, el lado vacío de su cama

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Doyoung observó, con sus ojos llenos de lágrimas, el lado vacío de su cama. Aquel lugar donde se suponía solía dormir Johnny para después abrazarlo a media noche con la excusa de que tenía frío.

¿Qué les había sucedido? ¿En qué momento el amor se fue?

Se tomaron un tiempo, ambos tenían tantas cosas en mente y solo se veían un par de horas a la semana. Estaban tan ocupados y el estrés acumulado terminaba recayendo en su relación.

Lo sugirió por el bien de ambos, confiando que tal vez ese tiempo solo lograría demostrar lo mucho que se necesitaban.

Bueno, Doyoung lo necesitaba, pero parecía que John ya no.

Un mensaje fue el que arruinó toda su estabilidad emocional, solo dos palabras y una fotografía adjunta. Se trataba de Johnny, el cual descansaba cómodamente sobre el pecho de una mujer de cabello negro, la chica tenía su mano sobre la espalda del hombre y en su dedo se encontraba un hermoso anillo que brillaba debido a la iluminación del lugar.

Observó sus manos. Nunca hubo un anillo ahí.

Se dijo a si mismo, hace muchos años atrás, que debía dejar de vivir en un mundo de fantasía donde su novio le iba a pedir matrimonio para después tener una boda bonita.

Ignoró y se permitió seguir soñando. Grave error.

Entendía que estaban pasando por un mal momento, pero el hecho de querer tomar un respiro no significaba que Johnny podía estar libremente con otras personas mientras que el se encontraba en su hogar, trabajando y cuidando de sus hijos.

—¿Por qué lloras? —se preguntó a si mismo, observando el techo. —Tu lo sugeriste.

Dolía tanto que solo deseaba arrancarse el corazón y dejar de sentir. Inevitablemente había recordado esos tiempos de soledad, Mark siendo un pequeño bebé recién nacido y el llorando porque John no podía estar con ellos.

¿Qué le diría a sus hijos? Todos adoraban a Johnny.

Debió de hacer caso a las palabras de su hermano, ahora tenía que lidiar de nuevo con el dolor de ser fácilmente remplazado por alguien más.

Una mujer. Una chica joven y bonita, probablemente inteligente porque de otra forma no estuviese trabajando en la empresa.

Una mujer.

Ojalá poder ser todo lo que John quería, deseaba haber podido llenar sus espectativas o por lo menos hacerlas cambiar. Le hubiese gustado tanto ser aquella persona que llevara un anillo de compromiso en manos y experimentar un poco la felicidad de tener una boda.

Debió de enfocarse solo en sus hijos.

Fue un estúpido.

—Papá... —Jeno se acercó hasta donde se encontraba su padre y frunció el ceño al verlo llorar. —Son las dos de la tarde, ¿No te vas a levantar? Los mellizos quieren comer y ya amenazaron con comerme un brazo.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora