33. Déjame ir.

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Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 33. "Déjame ir"

 "Déjame ir"

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Estaba... Soñando.

Afortunadamente su mente era consiente de que se encontraba en el mundo de los sueños, Renjun probablemente le tendría envidia por haber logrado tener un sueño lucido antes que él. No era la primera vez que esto sucedía, sin embargo, conforme fue creciendo la presencia de esos sueños disminuyó al punto de que eran muy raros al día de hoy.

Donghyuck —dijo de la nada. Si era un sueño, por lo menos quería abrazar a su hijo una última vez y decirle lo mucho que lo amaba.

Alzó su mirada para darse cuenta de que estaba en un bonito jardín lleno de rosas, agradecía que su alergia no se sintiera en sus sueños porque probablemente hubiese muerto ahí. Lentamente caminó hasta un punto en específico y la figura de su hijo comenzó a hacerse presente.

Estaba frente a él.

Su pequeño se encontraba frente a él.

¿Por qué sigues llorando tanto? —le regañó Donghyuck con una sonrisa. —Llorón, no estás solo, ahora tienes una nieta.

Mi alma —Doyoung lo abrazó con fuerza y comenzó a llorar, queriendo mantener a su hijo para siempre entre sus brazos, tratando de desafiar las leyes de la vida para tenerlo consigo, aunque se escuchara egoísta. —¿Por qué tenías que irte así? ¿Por qué no me dijiste que te sentías tan mal? Pude haber hecho algo, corazón, yo podía...

Las cosas están destinadas a ser de esta forma, ya no hay nada que cambiar, papá —dijo Donghyuck, separandose un poco para sostener las manos de su padre. —A veces existen dolores que ni siquiera la persona que más te ama en el mundo puede aliviar, muchas veces la vida es tan complicada que solo encontramos una salida y tú lo sabes, intentaste hacer lo mismo muchas veces... Deja de llorar, yo estoy muy bien aquí, me siento feliz y en paz, no fue tu culpa, se que tu corazón cargará por siempre con esa pena, pero mi intención nunca fue esa, solo me liberé del infierno que sentía, nada de mi decisión tiene que ver por como me trataste, hiciste un gran trabajo. Pero ahora tienes que dejarme ir, es cansado tener que estar vagando a tu alrededor.

No puedo dejarte ir —sollozó. —No puedo...

Tienes que hacerlo, aprende a dejar ir —Donghyuck acarició la mejilla de su padre, limpiando con suavidad sus lágrimas. —Te regreso la mitad de alma que te quité cuando nací, te regreso también la otra mitad que te quité al morir... No cargaré con algo que no me pertenece, tu tampoco debes de cargar con esa culpa.

Perdóname, mi alma, perdóname —susurró.

No hay nada que perdonar. Te amo.

Te amo —dijo Doyoung, apretando su agarre cuando Donghyuck comenzó a desvanecerse. —Mi niño... Donghyuck... Solo un momento más.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora